Por qué hablamos de brecha salarial en España

La brecha salarial está rodeada de muchos interrogantes: ¿qué es? ¿cómo se calculan estas cifras? ¿por qué ocurre? Analizamos este fenómeno para entender por qué es tan preocupante.

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Brecha salarial
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La brecha salarial es un asunto que ha copado cientos de titulares y piezas informativas en los últimos años. A pesar de estar viviendo una década en la que los avances dentro de las políticas de género y de la percepción social de las mismas son cada vez más sólidos, todavía tenemos que enfrentarnos diariamente a amenazas “invisibles” como esta. Y es que la brecha salarial de género se refiere a la diferencia entre el salario medio de hombres y mujeres, un problema que afecta a mujeres de todo el mundo.

De acuerdo con los datos proporcionados por la última Encuesta Anual de Estructura Salarial, publicada por el INE en junio de 2022, la brecha salarial se sitúa en un 18,7% en nuestro país. Las cifras arrojadas por Eurostat, la Oficina Europea de Estadística, agravan aún más la situación de España, puesto que sobrepasamos la media de la Unión Europea por más de un 5%.

Esto se traduce en una variación del salario medio de más de 5.000 euros: en 2021, los hombres cobraron de media en España unos 5.175 euros más que sus compañeras. En otras palabras: comparando ambas medias salariales, las mujeres españolas trabajaron “gratis” desde el 18 de noviembre hasta final de año el pasado 2021. ¿Por qué razón se da esta circunstancia? 

Concepciones erróneas sobre la brecha salarial

En nuestro país existen convenios colectivos laborales acordados entre representantes de los trabajadores y los empresarios para garantizar los derechos y deberes de los empleados. Entre otros asuntos, estos convenios establecen la tipología de trabajo y los salarios que se perciben en estos empleos. Esta es la gran diferencia con la discriminación laboral, aquella que “tiene lugar cuando una persona recibe un trato menos favorable que otras, debido a características que no guardan relación con las competencias de la persona o las calificaciones exigidas para el empleo”, según la define la Organización Internacional del Trabajo.

Si atendemos a los convenios laborales españoles, a simple vista, tanto hombres como mujeres están protegidos en igualdad de condiciones ante los desequilibrios de los sueldos. Entonces, ¿cómo es posible que, en total, las mujeres ganen de facto menos que sus compañeros al año? 

La respuesta está en lo invisible. En esta desigualdad juegan un papel fundamental los roles tradicionales de género y la percepción social de cierto tipo de empleos. 

¿Cómo se calcula la brecha salarial?

Las referencias que se toman para hacer el cálculo de la diferencia de salario entre los hombres y las mujeres son la clave para entender el fenómeno de la brecha salarial. Este recuento es obligatorio para todas las empresas en España. Así, la Comisión Europea perfila la brecha salarial de género como “la diferencia relativa en el ingreso bruto promedio de mujeres y hombres dentro de la economía en su conjunto”, y, por tanto, para el cálculo se toman como modelo el bruto del salario medio anual o el salario medio por hora. La fórmula matemática para estimar el porcentaje de la brecha de género es muy sencilla: se divide la diferencia del salario medio percibido por los hombres y del salario medio que obtienen las mujeres. El resultado se multiplica por 100 para obtener el porcentaje representativo que vemos reflejados en las noticias y análisis.

 

La brecha salarial en España hace que los hombres ganen unos 5.175 más que sus compañeras

 

Entonces, ¿por qué ocurre?

A pesar de la aparente igualdad asegurada por los convenios, la brecha salarial se hace patente en nuestras sociedad debido a numerosas causas tales como:

  • Trabajo similar, diferente remuneración: En ocasiones, empleos muy parecidos como pueden ser los de limpiadora (habitualmente ejercido por mujeres) y conserje (con bastante menos presencia femenina) perciben un salario muy diferente

  • El peso de los cuidados: Las mujeres son mucho más proclives a cargar con las tareas ligadas a los cuidados: atender a hijos, personas mayores, dependientes, etc. Esto provoca que gran parte de las reducciones de jornada, los contratos de media jornada o las excedencias sean tomadas por mujeres, dificultando la presencia y disponibilidad total en el puesto de trabajo, un hecho que afecta bastante en el avance de su carrera profesional. Con la irrupción de la pandemia y la llegada del teletrabajo con su consiguiente flexibilidad para conciliar horarios, las mujeres han visto disminuida en mayor medida que los hombres su presencia en la oficina. Asimismo, las mujeres suelen contar con menos tiempo para poder hacer horas extra

  • Techo de cristal: Las mujeres están infrarrepresentadas en las juntas directivas de las empresas y en los puestos de poder, lo que las relega a puestos en los que se gana menos dinero. Esta falta de referentes también contribuye a que muchas mujeres no se sientan apeladas por ciertas profesiones o promociones

  • La peligrosidad: La definición de peligrosidad en el trabajo y que, por tanto, habilita a un trabajador a recibir el “plus de peligrosidad” (un añadido del 20% del salario) contempla actividades tradicionalmente más masculinas como manejo de maquinaria pesada. Sin embargo, no se considera peligrosa la exposición a químicos de productos de limpieza, un empleo que como se ha mencionado anteriormente, tiene una alta cifra de presencia femenina

  • Indiferencia empresarial: Muchos empresarios desconocen esta realidad y no son conscientes de la desigualdad que se puede llegar a generar dentro del seno de la propia empresa. En este caso, esta es la oportunidad para analizar a la plantilla, detectar los problemas diferenciales entre hombres y mujeres e implementar medidas para equilibrar esta situación

Como hemos visto a lo largo del artículo, todavía hay muchas voces cuestionando la brecha salarial de género en nuestro país a causa de la aparente protección de los convenios colectivos. La realidad es que es necesario abrir nuestra óptica para poder analizar la situación y reflexionar sobre los pasos que aún quedan por dar para alcanzar una igualdad real dentro (y fuera) de los espacios de trabajo.

 

Pablo Rodríguez