Fenómenos meteorológicos extremos: ejemplos y relación con el cambio climático
Fenómenos meteorológicos extremos como el de Filomena o huracanes en nuestro antes apacible Mediterráneo aumentan cada año como consecuencia del cambio climático derivado de la actividad humana.
Olas de calor seguidas de sequía y graves incendios forestales, fuertes lluvias e inundaciones, ciclones tropicales… Los fenómenos meteorológicos extremos se intensifican año tras año, convirtiéndose en eventos cada vez más habituales, largos y virulentos. Los expertos apuntan al calentamiento global de la atmósfera y, por lo tanto, al ser humano como responsable último de este incremento de episodios climatológicos severos. Los sistemas de alerta temprana y la mejora en la gestión de desastres permiten reducir el número de muertes y de daños materiales.
¿A qué nos referimos con fenómenos meteorológicos extremos? Tipos y causas
Los fenómenos meteorológicos extremos son eventos atmosféricos inusuales en cuanto a su magnitud o dimensión y su duración, o bien impropios de la estación. Hay distintos tipos; a continuación, describimos algunos de ellos.
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Episodios de altas temperaturas
Las olas de calor, episodios que alargan varios días las altas temperaturas, se han vuelto más frecuentes e intensas desde 1950. En julio de este año, gran parte de Europa Occidental se ha visto afectada por un episodio de calor extremo que ha dejado más de 1800 víctimas mortales en nuestro país. Inglaterra decretó por primera vez en su historia alerta roja por temperaturas que alcanzarían los 40 ºC, superando el anterior récord de 38,5 °C (2019).
Las olas de calor en Europa han dado lugar a numerosos incendios que han calcinado bosques en España, Portugal y Francia. Incendios forestales, consecuencia de esas inusualmente elevadas temperaturas, en los que se viene observando además una tendencia: pueden arder durante semanas o incluso meses. En California han llegado a permanecer activos hasta tres meses. Y en Siberia, una de las regiones más frías del mundo, su verano seco de 2021 desembocó en un mega incendio que consumió más de un millón y medio de hectáreas.
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Olas de frío
Pero el calentamiento global también puede causar episodios de frío extremo. Un ejemplo lo vivimos recientemente con la borrasca Filomena, una nevada histórica en buena parte de la península —más de 30 horas ininterrumpidas de nieve— que paralizó varios días el país, a la que siguió una ola de frío de dos semanas.
La explicación de estos fenómenos meteorológicos extremos radica en las variaciones de la corriente en chorro, un flujo de aire que circula a gran velocidad a lo largo de un eje horizontal por encima de la Tierra transportando viento frío y cálido. El aumento térmico en el Ártico está haciendo que la corriente en chorro polar se desacelere y ondule, produciéndose incursiones de aire frío más acusadas y prolongadas en invierno, pero también más severas en verano.
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Huracanes o ciclones tropicales
También la frecuencia de estos fenómenos atmosféricos se ha incrementado en las últimas décadas, lo que podría estar asociado con el aumento de la temperatura superficial de los océanos. Además, sus efectos son más destructivos pues se producen huracanes de categorías superiores. Un artículo reciente de la Sociedad Meteorológica Americana constataba la primera formación de un huracán de categoría 2 en el Mediterráneo. Evento este bautizado con el nombre de medicane.
Tal como explican desde Planeta Mauna Loa en este hilo en Twitter, son varios los ingredientes para que esto suceda: mayor temperatura superficial del mar es igual a más cantidad de energía que alimenta la tormenta tropical; más energía eleva la probabilidad de que la tormenta se intensifique y sea más impredecible, y un agua más cálida se traduce en mayor evaporación y por tanto más humedad en la atmósfera para la formación de huracanes.
La falta de precipitaciones en algunas regiones es cada vez más acusada, obligando a miles de personas a abandonar sus hogares y convertirse en refugiados climáticos. Nuestro país se halla también entre los afectados por la escasez de agua: España atraviesa una sequía que sitúa ya la reserva hídrica al 33 % de su capacidad total y acelera el avance del clima árido.
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Lluvias torrenciales y tifones
Al mismo tiempo que las lluvias disminuyen, aumenta la intensidad de las que se producen. Las fuertes y continuas tormentas del pasado verano en Alemania provocaron el desbordamiento de ríos y graves inundaciones que causaron 220 fallecidos, desaparecidos y multitud de destrozos. En la ciudad de Zhengzhou, en China, cayó en un solo día el equivalente a un año de precipitaciones, obligando a evacuar a alrededor de 200 000 personas.
¿Están los fenómenos meteorológicos extremos aumentando con el cambio climático?
En los últimos años, algunos de estos fenómenos meteorológicos extremos han sido atribuidos al cambio climático antropogénico. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) lo tiene claro, y en su sexto informe sobre las bases físicas del cambio climático elaborado por el Grupo de Trabajo I volvió a apuntar a los cambios en el clima global como el motivo de que los eventos extremos no dejen de aumentar. La emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero por el ser humano está incidiendo en el incremento de las temperaturas, y esto a su vez hace que los episodios extremos se acentúen.
Para que un evento extremo pueda ligarse con el calentamiento global necesitamos estudios de atribución, que ayudan a determinar de qué manera y cuánto influye el cambio climático en episodios de estas características. Según datos de un estudio de atribución del World Weather Attribution, lluvias intensas como las del oeste de Alemania están directamente relacionadas con el cambio climático. Las emisiones de gases invernadero han hecho aumentar hasta 9 veces la probabilidad de que se produzcan precipitaciones extremas.
Aunque en lugares como España los incendios forestales son más habituales, especialmente en la época estival, el calentamiento del planeta hace que estos sean aún más frecuentes y peligrosos. A su vez el fuego emite grandes cantidades de carbono, contribuyendo al cambio climático. Por lo que se produce una retroalimentación.
¿Qué nos espera? Fenómenos atmosféricos extremos y alerta temprana
Algunas investigaciones apuntan a una amenaza creciente de eventos extremos en el futuro. Un estudio reciente indica que los huracanes mediterráneos disminuirán en frecuencia, pero se volverán más dañinos a partir de la segunda mitad de siglo. De acuerdo con Oxfam, más de 20 millones de personas emigran cada año por los efectos del cambio climático, entre los que se encuentran los fenómenos meteorológicos extremos. La inseguridad hídrica y alimentaria, debido a una agricultura que ve mermada su producción y rendimiento, puede derivar en conflictos violentos.
La «cantidad de fenómenos extremos alcanza valores nunca antes observados y aumentará a medida que se incremente el calentamiento global», señala la Organización Meteorológica Mundial. Por ejemplo, se prevé que las lluvias diarias extremas se intensifiquen un 7 % por cada grado centígrado de calentamiento. Los riesgos para la sociedad, y en particular para los asentamientos en zonas costeras, así como para las infraestructuras aumentarán, tal como se explica en el informe del Grupo de Trabajo II del IPCC centrado en los impactos, la adaptación y la vulnerabilidad.
En este sentido, la instauración de planes de acción preventivos será determinante para minimizar las pérdidas humanas y los daños materiales. En Europa, lo aprendido de la ola de calor extremo que azotó el continente en 2003 resultó decisivo para introducir sistemas de alerta temprana que avisan de los riesgos del calor para la salud. El Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres adoptado por los Estados Miembros de las Naciones Unidas en 2015 incluye entre sus objetivos «incrementar considerablemente la disponibilidad de los sistemas de alerta temprana» para 2030.
Vincular un evento meteorológico determinado con el cambio climático es complejo. Pero cada vez está más claro —así lo constatan los expertos— que las anomalías registradas y la intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos, como las lluvias torrenciales o los huracanes, están relacionadas con el cambio del clima. La alerta temprana es y será decisiva para minimizar los daños causados por este tipo de episodios.
Por Elisabeth Lahoz