No hay verano sin ola de calor, pero éstas son cada vez más frecuentes, de más larga duración y presentan registros de temperatura más elevados
En los últimos veranos parece que vamos de ola de calor a ola de calor. No es solo una calurosa sensación: el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) indica que se está produciendo un aumento de la frecuencia e intensidad de las olas de calor y un incremento general de la temperatura. Es una de las consecuencias del cambio climático, originado por la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
El clima se está calentando y España está en una de las zonas, el Mediterráneo, más sensibles. La temperatura media en el país ha aumentado alrededor de 1,7ºC desde la época preindustrial, mientras que el verano abarca prácticamente cinco semanas más que a comienzos de la década de los años 80, según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Y la temperatura sube cada vez más rápido: para el periodo 2051-2100, se prevé que este aumento medio se sitúe ya en 0,66°C por década, frente a los 0,41°C de incremento registrados entre 1983 y 2018.
Las oleadas de calor son una de las consecuencias más temidas de este calentamiento planetario en el que nos encontramos ya inmersos. No en vano, causan cada año unas 1.300 muertes solo en España. Pero, ¿a partir de qué condiciones se considera una oleada de calor?
Condiciones para que sea considerada una ola de calor
Según la AEMET, una ola de calor es un período de, al menos, tres días consecutivos con temperaturas situadas en el 5% superior de todas las temperaturas registradas en la zona durante los meses de verano entre los años 1971 y 2000. Dicho de forma más llanera: es un periodo de tiempo en el que las temperaturas máximas y mínimas se encuentran por encima de los valores climatológicamente “normales” por la zona y se mantienen así durante varios días.
Esto implica que tres días con una temperatura máxima de 38°C en Sevilla no se consideren una ola de calor, al ser un registro habitual en la zona. Sin embargo, si esta misma temperatura se da en Molina de Aragón, donde la máxima absoluta registrada hasta la fecha es precisamente 38°C, sí estaríamos hablando de una oleada de calor.
Noches tropicales y noches tórridas son otros dos conceptos muy relacionados con una ola de calor. Las primeras se dan cuando el mercurio no baja de los 20°C, mientras que las segundas, cuando no desciende de los 25°C. Las noches tórridas se han multiplicado por diez desde el año 1984 en las diez capitales españolas más pobladas, según datos de AEMET.
Por qué y por quién son más temidas las olas de calor
Las olas de calor tienen efectos muy negativos sobre nuestra salud, pudiendo incluso llegar a causar la muerte de una persona, ya sea por un golpe de calor o bien por agravamiento de una patología. En efecto, aparte de deshidrataciones y desmayos, el calentamiento global implica más carga en enfermedades cardiovasculares, respiratorias, renales, gastrointestinales y neurológicas, alerta la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC). Se relacionan, además, con más partos prematuros y con más recién nacidos con bajo peso.
Los colectivos más vulnerables son los mayores de 65 años y los niños menores de cuatro, las embarazadas y las personas con enfermedades cardiovasculares, pulmonares, neurológicas (Parkinson o demencias) y crónicas (diabetes u obesidad). Más allá de estas condiciones, otros factores de riesgo están relacionados con factores personales y sociales. Es el caso, por ejemplo, de los empleados que realizan trabajos físicos a la intemperie o bien de aquellas personas que viven en la calle y/o en condiciones sociales y económicas desfavorables.
Principales síntomas a tener en cuenta
La aparición de malestar, mareo, dolor de cabeza, náuseas, vómitos, sensación de calambres, sudoración excesiva, enrojecimiento de la piel son los síntomas más importantes a los que hay que prestar atención, según los médicos de la semFYc. En caso de tener uno o más de estos síntomas, es necesario suspender la actividad que se esté realizando, refrescarse, descansar en un lugar fresco y beber agua. Si los síntomas persisten o no hay mejoría tras las medidas iniciales, se recomienda valoración en el punto de atención sanitaria más cercano o llamar a emergencias (teléfono 112).
Si aparecen síntomas como elevación de la temperatura corporal, dolor de cabeza intenso, fatiga o pérdida de conciencia, puede que estemos ante una persona que esté sufriendo un golpe de calor.
Recomendaciones ante una ola de calor
Los médicos de familia de semFYC realizan las siguientes de recomendaciones ante una ola de calor:
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Evitar salir de casa y realizar actividades que requieran un esfuerzo físico durante las horas centrales del día. Si tuviera que salir o exponerse al sol por motivos laborales, se recomienda alternar con periodos de descanso a la sombra y mantenerse hidratado, bebiendo agua con frecuencia.
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Usar gorras, sombreros, ropa holgada que transpire, gafas de sol con filtros homologados frente a radiaciones ultravioletas y protectores solares para la piel.
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Evitar comidas copiosas y calientes. Aumentar el consumo de frutas y verduras.
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No consumir bebidas azucaradas ni alcohólicas, puesto que, además de aumentar la deshidratación, son perjudiciales para la salud.
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Mantener la vivienda lo más fresca posible, cerrando persianas y cortinas de las fachadas que estén expuestas al sol. Del mismo modo, conviene abrirlas por la noche para ventilar y refrescar.
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Apagar las luces artificiales y los aparatos eléctricos cuando sea posible.
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Mantener los medicamentos en un lugar fresco.
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No dejar en el interior del coche a personas con las ventanillas cerradas cuando estacione el coche.
Seguir estos consejos es la mejor estrategia para aclimatarnos a este nuevo clima, más cálido y con más y peores olas de calor. Aclimatarnos, pero sin tirar la toalla, puesto que esto no implica que debamos renunciar a intentar frenar el calentamiento global. Es preciso que cada uno de nosotros aporte su granito de arena para mitigar el cambio climático, conocido también como crisis o emergencia climática. Están en riesgo nuestra salud y bienestar y la del planeta.