Resultado de la actividad humana, generalizado y de rápido avance, el cambio climático ya no es futuro; es una realidad del presente que requiere medidas urgentes
Nos encontramos ante la mayor crisis climática que enfrenta la humanidad. Según el último informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), el «cambio climático es generalizado, rápido y se está intensificando». Aunque —señala— una reducción inmediata, sustancial y sostenida de las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero permitiría limitarlo. Es necesario actuar ya y desde todos los ámbitos para mantener un clima habitable en nuestro planeta. En el siguiente espacio abordaremos qué es el cambio climático, sus causas, consecuencias o impactos y las soluciones a este problema global. No hay (más) tiempo que perder.
¿Qué es el cambio climático y cuáles son sus causas?
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el cambio climático se refiere a «los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos». Es un fenómeno global que se manifiesta en todo el planeta por medio de un aumento de la temperatura media, del deshielo en el Ártico y la subida del nivel del mar o la intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos.
En primer lugar, es importante distinguir entre tiempo meteorológico y clima. Si bien ambos aluden a condiciones atmosféricas, difieren en la escala temporal. Con tiempo nos referimos a las condiciones meteorológicas en un momento y lugar concretos; decimos que hoy el tiempo es soleado o lluvioso, que hace frío o calor. El clima, por su parte, son las condiciones habituales en un determinado lugar; hablamos de climas polar (frío), tropical (cálido y húmedo), desértico (seco o árido)… El primero varía con relativa rapidez; el clima, sin embargo, es menos variable.
No obstante, este también cambia. El clima mundial ha evolucionado siempre de forma natural. Pero el actual cambio climático es distinto, y lo es por dos razones. La primera es su relación con la actividad humana y la emisión de los llamados gases de efecto invernadero (GEI). La segunda, su velocidad; está sucediendo muy deprisa, lo que hace muy difícil tanto a la naturaleza como a nosotros mismos adaptarnos a las nuevas condiciones climáticas.
El dióxido de carbono (CO2) es el principal causante del cambio climático. Aunque otros contaminantes atmosféricos, especialmente el metano (CH4), son también muy dañinos y afectan al clima. Los otros principales GEI son el vapor de agua (H2O), el óxido nitroso (N2O) y el ozono troposférico (O3). Estos gases atrapan el calor en la atmósfera dando lugar al calentamiento global. Los GEI alimentan, pues, el cambio climático.
Los niveles tanto de CO2 como del resto de gases invernadero han aumentado vertiginosamente desde el siglo XIX, durante la era industrial, debido a las actividades humanas. Según datos de Eurostat, el 79 % de las emisiones de GEI en Europa se deben a la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) para usos energéticos o de transporte. La deforestación y el uso del suelo, la agricultura, la ganadería o los vertederos son también destacadas fuentes de emisiones. Todo ello estimulado por el crecimiento económico y demográfico.
¿Cómo nos afecta? Impactos de la crisis climática
El cambio climático es una realidad que podemos observar a través de ciertas «señales». Una serie de cambios rápidos, generalizados y sin precedentes en el clima que ya se han puesto en marcha; por ejemplo:
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El aumento continuo del nivel del mar. El derretimiento de la masa de hielo en los polos a causa del incremento de las temperaturas provoca el ascenso del nivel del mar, lo que a su vez produce inundaciones y amenaza los litorales costeros. Pequeños estados insulares como las islas Fiyi o las Maldivas están en riesgo de desaparición. Un estudio del grupo científico Climate Central, publicado en Environmental Research Letters, revela que al menos 50 ciudades importantes, principalmente en Asia, se verán amenazadas en los próximos siglos.
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La intensificación de los eventos extremos, como las olas de calor, los incendios graves —aumentan los «superincendios» forestales—, danas, tormentas o huracanes. Episodios estos que serán cada vez más frecuentes, largos y virulentos.
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La desaparición o extinción de especies animales y vegetales. O lo que es lo mismo,pérdida de biodiversidad.
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Acidificación de los océanos, al actuar como «sumideros de carbono». La absorción de demasiada cantidad de CO2 ocasiona la enfermedad y muerte de peces, algas, corales y otros organismos submarinos.
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Desertificación y cambios en los ecosistemas terrestres. Afectación a los patrones de lluvia, sequías intensas, disminución de los caudales medios de los ríos y pantanos, escasez de agua y expansión del clima de tipo semiárido. En España se han sumado en apenas unas décadas más de 30.000 km2 de nuevos territorios semiáridos.
Pero la crisis climática es un problema global que alcanza una perspectiva no solo ambiental, sino también política, económica y social. Los anteriores impactos en el clima y los ecosistemas naturales provocan a su vez daños en la economía, con la pérdida o destrucción de los recursos económicos y de los medios de subsistencia, especialmente en los países en desarrollo.
También daños en la sociedad, en las cosechas y la producción de alimentos —con el consiguiente riesgo de hambrunas—, en el acceso al agua y los flujos migratorios. La ONU prevé que en el futuro aumente el número de «refugiados climáticos». Por último, tal como indica la OMS, riesgos en nuestra propia salud, amenazada por las citadas olas de calor y las nuevas enfermedades.
Datos clave sobre el cambio climático que debes conocer
Las consecuencias de la crisis climática son perceptibles y se evidencian en los datos de la NASA o de la Organización Meteorológica Mundial (OMM):
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La temperatura media mundial ha aumentado ya 1,2 ºC desde la época preindustrial.
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La década de 2011 a 2020 fue la más cálida jamás registrada. Y los seis últimos años (2015-2020), los más cálidos de los que se tiene constancia.
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En mayo de 2021, la concentración media mensual de CO2, medida por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos en su observatorio de Mauna Loa, Hawái, volvió a alcanzar un máximo histórico acumulado de 419,1 ppm (partes por millón). Una cantidad de carbono que no se registraba desde hace tres millones de años.
El nuevo récord registrado por la NOAA en mayo es similar a la cifra que registraron en el Observatorio Atmosférico de Izaña, en Tenerife, perteneciente a la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), que alcanzó los 419,7 ppm.
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Cada zona o región de la Tierra está experimentando cambios, pero no todas las regiones los sienten por igual. El Ártico se calienta unas tres veces más rápido que el resto del planeta.
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En España, la temperatura media ha crecido 1,7 ºC y la AEMET estima que los veranos se han alargado casi 5 semanas desde los años setenta del siglo pasado.
¿Hacia dónde nos dirigimos? Emergencia climática: perspectivas de futuro y soluciones
Nos enfrentamos a un enorme desafío, pero ya conocemos muchas soluciones. Soluciones o respuestas frente a la crisis climática que pueden proteger el medioambiente, al mismo tiempo que crean oportunidades, aportan beneficios económicos y mejoran nuestras vidas. Las respuestas humanas incluyen medidas de mitigación y medidas de adaptación.
La mitigación está orientada a reducir las emisiones que provocan el actual cambio del clima, las emisiones de GEI de origen humano. Como por ejemplo la descarbonización —para avanzar hacia una economía baja en carbono— y el impulso a las energías renovables como la solar o la eólica, promover la eficiencia energética, el diseño bioclimático en la construcción o la implantación de medios de transporte eficientes y sostenibles (transporte público y privado eléctrico, bicicleta, etc.).
Por su parte, la adaptación se dirige a evitar o limitar los riesgos derivados del cambio climático, buscando ajustarse a las condiciones actuales y futuras; está enfocada a acciones para reducir la vulnerabilidad ante los efectos del calentamiento global. Por ejemplo, la reforestación, mejorar infraestructuras para hacerlas más resilientes, invertir en investigación y desarrollo sobre el comportamiento de la temperatura, así como en sistemas de alerta temprana de desastres y catástrofes naturales.
La acción climática requiere importantes inversiones financieras por parte de las administraciones y empresas, pero no hacer nada ante la crisis medioambiental es mucho más caro. El Foro Económico Mundial (WEF) apunta a una caída del PIB (Producto Interior Bruto) mundial del 18 % en los próximos 30 años por inacción climática. Cuanto más tardemos en actuar, mucho más elevada será la factura para mitigar y adaptarnos al aumento de la temperatura y sus consecuencias.
El cambio climático es un fenómeno global. Por ello, es necesario actuar de forma conjunta y coordinada, con alianzas a escala internacional. Acuerdos globales que nos guíen en el camino de la transición ecológica. En 1992, países de todo el mundo adoptaron un gran acuerdo con el fin de «lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas peligrosas en el sistema climático». Era la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
Pero la CMNUCC no aclaraba los objetivos específicos a alcanzar para frenar el calentamiento global. Por esta razón, cada año desde 1995 sus firmantes se reúnen en las «Conferencias de las Partes» (COPs), donde se concretan las acciones y compromisos para lograr los objetivos establecidos. En la COP21, celebrada en 2015, se aprobó el denominado Acuerdo de París, el primer acuerdo global jurídicamente vinculante en relación al cambio climático, que sustituye al antiguo Protocolo de Kioto. Cerca de 200 países («las Partes») acordaron mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2º C, e idealmente limitarlo a 1,5 ºC.
En la última cumbre del clima, la COP26, que tuvo lugar la primera quincena de noviembre de 2021, un total de 120 gobernantes se reunieron en Glasgow, Escocia, en busca de acuerdos concretos. El fin de la deforestación para 2030, la reducción de las emisiones de metano o la aportación de más de 130 billones de dólares de financiación privada por parte de 450 empresas para transformar la economía a cero neto a través de la Alianza Financiera de Glasgow para las cero emisiones netas (GFANZ), son algunos de los compromisos que se alcanzaron en esta reunión.
Tenemos que desacoplar el crecimiento económico de la emisión de GEI. De acuerdo con un informe elaborado por PwC, para lograr los objetivos de París y alcanzar la neutralidad climática en 2050 habría que multiplicar por cinco el ritmo anual de descarbonización de la economía, es decir, recortar las emisiones de carbono cinco veces más rápido. Lo que en cifras supone pasar de una tasa anual de descarbonización* de 2,5 % en 2020 a 12,9 %.
Desde la ciencia contamos con muchas ideas innovadoras que pueden ayudar en la tarea. Como el proyecto californiano de tecnología de «secuestro de carbono», para succionar el carbono del aire y almacenarlo bajo tierra, un sistema de aspiración que capturaría miles de toneladas de CO2 al año. O el experimento SCoPEx (Perturbación Controlada Estratosférica) de la Universidad de Harvard, una nueva tecnología de atenuación solar, que refleja la luz del sol fuera de la atmósfera de la Tierra y consigue un efecto de enfriamiento global.
También nosotros podemos contribuir a acelerar la lucha contra el cambio climático y encaminarnos hacia un futuro sostenible. Con gestos tan cotidianos como nuestras elecciones de consumo en la cesta de la compra o el uso de formas más limpias de transporte, podemos reducir sustancialmente nuestra huella de carbono para que «el gráfico no prosiga su ascenso».
El informe del IPCC pone de manifiesto que las acciones humanas aún pueden determinar el curso futuro del clima. La comunidad científica coincide en señalar que fuertes reducciones de las emisiones de gases contaminantes limitarían el cambio climático. Un fenómeno que no tiene fronteras; es un reto global y, por tanto, combatirlo requiere la actuación conjunta de todos los países y actores de la sociedad. Gobiernos, empresarios y ciudadanos hemos de trabajar de manera coordinada para hacer frente a la emergencia climática; estamos juntos en esto. Debemos cambiar nuestra relación con la naturaleza. Es ahora o nunca.
*La tasa anual de descarbonización es un indicador que mide el nivel de emisiones de CO2 por unidad de PIB.
Por Elisabeth Lahoz
El cambio climático no es futuro sino presente. Es una realidad inevitable, pero aún estamos a tiempo de minimizar sus impactos más severos.
Referencias
Agencia Europea de Medio Ambiente >> https://www.eea.europa.eu/es
Ambición COP26 >> https://ambicioncop26.org/
Eltiempo.es - Cambio climático >> https://www.eltiempo.es/cambio-climatico
Global Climate Change, NASA >> https://climate.nasa.gov/
IPCC en español >> https://www.ipcc.ch/languages-2/spanish/
Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico - Cambio climático >> https://www.miteco.gob.es/es/cambio-climatico/temas/default.aspx
Naciones Unidas - Acción por el Clima >> https://www.un.org/es/climatechange
