Los anuncios y las campañas publicitarias nos empujan a un consumo irresponsable de graves consecuencias para la salud del planeta y la nuestra propia
Consumo irresponsable, consumismo, sobreconsumo, compras compulsivas… son distintos términos que aluden a una misma problemática: el consumo de recursos y bienes que en la mayoría de las ocasiones no necesitamos y que, a diferencia de lo que rezan los spots publicitarios, no nos aportan una mayor felicidad. Lo que sí hacen es tensar los límites planetarios con enorme impacto en la salud de la Tierra y, por consiguiente, también en la nuestra. La buena noticia es que sí es posible practicar un consumo responsable siguiendo trucos sencillos como los que aquí te proponemos.
Consumo irresponsable: qué es y ejemplos
El consumo irresponsable hace referencia al hecho de adquirir bienes en exceso y sin considerar los efectos negativos que ello supone, tanto para el medioambiente como para la salud de las personas. Comprar comida basura, productos de baja calidad que pronto acabarán convertidos en desechos, dejarse llevar por las modas y la publicidad —a menudo engañosa— y adquirir objetos que no necesitamos. Todos estos son ejemplos de consumo insostenible.
No es necesario acudir a un centro comercial; el consumismo se puede ejercer desde casa, en acciones tan rutinarias como encender la luz o preparar la comida. Cuando dejamos una lámpara encendida sin estar utilizándola, no somos conscientes de que estamos consumiendo innecesariamente una energía cuya generación tiene unos costes para el planeta. Lo mismo sucede con la comida: cada alimento requiere la suma de muchos esfuerzos e insumos para ser producido, y su desperdicio es también una forma de consumismo.
¿Estamos ‘consumiendo felicidad’?
En su iniciativa de concienciación ciudadana ¿Consumimos felicidad?, Ecologistas en Acción señala que «hay cierto consenso en que la felicidad depende de la satisfacción de unas necesidades humanas finitas y generalizables». Estas necesidades son, según el economista chileno Manfred Max-Neef: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, identidad, conocimiento y libertad.
Dado que la mayoría de esas necesidades no son materiales, la organización concluye que «el nivel de riqueza solo influye en la felicidad personal hasta que alcanzamos cierto nivel, a partir de ahí esta no solo no aumenta, sino que puede reducirse». La misma conclusión a la que llegó el economista Richard Easterling, en la conocida como paradoja de Easterlin, un postulado económico que afirma que incrementos importantes de renta no van acompañados de aumentos en los niveles declarados de felicidad.
¿Cuáles son sus consecuencias? ¿Cómo nos afecta el consumismo?
El consumo irresponsable tiene graves consecuencias en el medioambiente. El sobreconsumo es el detonante de muchos de los problemas ambientales que sufrimos actualmente: sobrepesca, deforestación, emisión de gases de efectos invernadero (GEI) y cambio climático, las islas de plástico o la pérdida de biodiversidad.
En 2050, el mundo albergará casi 9700 millones de personas. Mantener el actual ritmo de consumo es insostenible e inviable para el planeta.
«Simplemente no es posible soportar este nivel de producción, consumo y su contaminación asociada porque vivimos en un planeta con recursos finitos» señalan desde Greenpeace. Además, este es un problema que no ha hecho sino aumentar estas últimas décadas.
Según datos de la propia fundación ecologista, se extraen y emplean alrededor de un 50 % más de recursos naturales que hace 30 años. De seguir el ritmo actual, el ser humano necesitará tres planetas para abastecerse, especialmente si tenemos en cuenta que en 2050 seremos 9600 millones de personas habitando la Tierra.
¿Cómo evitar el consumo irresponsable? 5 ‘econsejos’
¿Cómo podemos cambiar nuestros hábitos de consumo? Para ser un consumidor responsable, ten siempre presente la regla de la sostenibilidad, esto es, la regla de las tres «r»: reducir —lo primero; antes de adquirir un producto piensa bien si de verdad lo necesitas—, reutilizar y reciclar. A partir de ahí, puestos a consumir, procura siempre:
-
Comprar menos y de calidad. Hay artículos que, bien usados, pueden durar casi toda la vida. Adquiriendo ropa más duradera no solo ahorras dinero, también agua y materias primas. Evitas, además, que los químicos y los pesticidas dañen los ríos, el suelo y la vida silvestre. Estarás reduciendo la enorme carga de la industria textil sobre el planeta.
Si se estropea, trata de arreglarla o darle otro uso. Puedes optar asimismo por alquilar, comprar o vender de segunda mano, así como por intercambiar prendas. Y si vas a adquirir ropa nueva, prioriza las prendas de producción local y sostenible.
-
En línea con lo anterior, apostar por los dispositivos electrónicos duraderos y reparables. Aunque la industria a menudo nos lo ponga difícil con la obsolescencia programada, no caigas en la tentación y alarga en lo posible la vida de tu móvil o tablet.
Prioriza reparar antes que comprar. Pero si vas a comprar, infórmate y elige aquellas marcas más respetuosas con el medioambiente. Recuerda también que hay un mercado de productos de segunda mano. Por último, una vez finalizada su vida útil, recíclalos adecuadamente.
-
Productos locales y de temporada. Consume alimentos de temporada y, a ser posible, de producción cercana. La ganadería industrial está detrás de la destrucción de hábitats como la Amazonía. Consume carne de ganadería extensiva, ecológica y local.
Lo mismo con la fruta y la verdura: mejor de temporada, de cultivo orgánico y proximidad. Con el pescado, lo ideal es apostar por un pescado local, sostenible y propio de la estación. Y ojo con las etiquetas. Estas deben ser claras y proporcionarnos toda la información necesaria sobre cómo se ha obtenido el alimento en cuestión.
-
Decir «no» al plástico. Este producto obtenido a partir del petróleo inunda nuestras vidas, y no siempre es necesario. En la Unión Europea y España casi el 40 % de los plásticos que se producen son envases, en su mayoría de un solo uso. De estos, tan solo un 30 % se recicla.
Utiliza bolsas de tela para la compra; botellas de cristal o acero inoxidable en lugar de agua embotellada; no utilices vasos, platos y cubiertos de un solo uso; compra a granel… En definitiva, minimiza el uso de plástico.
-
Moverse sin malos humos. Reduce las emisiones de GEI, la polución, el ruido y la contaminación acústica que conlleva el uso indiscriminado del coche. Evita desplazamientos innecesarios y, siempre que puedas, desplázate a pie, en bicicleta o en transporte público.
Comparte y alquila en lugar de adquirir en propiedad. Y si tienes que usar un vehículo privado, mejor si es eléctrico o de bajas emisiones. ¡Por tu salud y la del planeta!
Nuestra vida está llena de decisiones de consumo. La clave está en tomarlas siendo conscientes de su impacto. Urge cambiar nuestros patrones de consumo para revertir hábitos inadecuados y poco sostenibles. «Plásticos, consumo de alimentos, la ropa que vestimos, el uso de la tecnología o la forma en la que nos desplazamos. Todas son piezas que suman a un consumismo que está degradando el medio natural», advierte Greenpeace.
Si bien hay muchas más, las anteriores son maneras muy fáciles de empezar a consumir responsable y sosteniblemente, y reducir así nuestra huella ecológica. Nuestras decisiones de consumo son más importantes de lo que pensamos. Como consumidores tenemos el poder, y ahora también las claves, para cambiar las cosas.
Por Elisabeth Laho
Preguntas frecuentes sobre el consumo irresponsable
¿Cuándo surge el consumismo?
Muchos historiados sitúan el origen del fenómeno del consumismo en los años veinte, en los Estados Unidos, con el acceso de una parte importante de la población a unos bienes ahora básicos. Las clases medias y trabajadoras mejoran su calidad de vida y disfrutan de mejores condiciones laborales. Asimismo, muchas mujeres comienzan a trabajar fuera de casa.
La prosperidad y la innovación productiva llevan a que muchos hogares dispongan de aparatos eléctricos como lavadoras, frigoríficos, aspiradoras, etc. En la calle, Ford, inspirado en las cadenas de montaje de los alimentos envasados, fabrica los primeros coches. La publicidad se profesionaliza y lanza campañas para provocar el deseo del consumidor. Surge, así, la sociedad del consumo.
¿Cuáles son las características de la sociedad de consumo irresponsable?
Las sociedades consumistas se caracterizan por el uso de una ingente cantidad de bienes y servicios, así como por el despilfarro masivo de energía y materias primas. En una sociedad que consume de manera irresponsable e insostenible impera un modelo de economía lineal, o de «usar y tirar».
¿Qué es el consumo responsable y sostenible?
El consumo sostenible y responsable se refiere al modelo de desarrollo que trata de no comprometer a las próximas generacionescon un consumo excesivo de recursos. Un desarrollo basado en la economía circular, con base en los principios de usar, reutilizar y reciclar.