Además de impulsar las energías renovables y la lucha contra el calentamiento global, los tejados solares suponen un ahorro en la factura eléctrica
Con unos 300 días de sol al año, España es uno de los países más soleados de Europa, lo que lo convierte en un país privilegiado para generar electricidad a partir de paneles solares fotovoltaicos. Unos paneles que, además, cualquiera puede instalar en el tejado de su casa, convirtiéndose en productor de su propia electricidad. La principal ventaja de los tejados solares es el ahorro directo que se consigue en el recibo de la luz, reduciendo nuestra dependencia de los cambios de precio de la tarifa eléctrica. Pero además de ahorrar electricidad en casa, los tejados solares también aportan un mayor confort y hacen que nuestro hogar sea más respetuoso con el medio ambiente.
¿Qué son estas instalaciones y qué debo saber si quiero convertirme en un autoconsumidor? La parte más visible de la instalación son los paneles solares fotovoltaicos, que se suelen ubicar en el tejado. La instalación consta, además, de otros elementos como los inversores, cables, conectores y, opcionalmente, baterías para almacenar la electricidad generada sobrante. El sistema se conecta a la instalación eléctrica de la vivienda, siendo su fuente energética de preferencia. Es decir, la electricidad utilizada viene prioritariamente de la instalación de autoconsumo cuando esta esté generando (cuando hay sol), mientras que el resto seguirá viniendo de la red de suministro eléctrico. El cambio de una fuente a otra es automático y el usuario no nota ninguna diferencia.
No todos los tejados solares son iguales
Existen diferentes tipos de instalaciones así como modalidades de autoconsumo. La primera diferencia es si se trata de una instalación individual o colectiva. El primer caso se da cuando existe un único consumidor asociado a la instalación. Por ejemplo, en viviendas unifamiliares. En cambio, si se vive en un edificio multivivienda la instalación suele ser colectiva, con varios consumidores asociados a una misma instalación de generación.
Por otro lado, los tejados solares suelen dimensionarse para que no superen el consumo máximo de los inquilinos. En este caso, se trata de instalaciones sin excedentes. Sin embargo, existe también la posibilidad de generar más electricidad verde de la necesaria. En estos casos, el sobrante puede ser inyectado a la red eléctrica, cobrando por ella o bien recibiendo una compensación en el recibo de la luz. También existe la opción de almacenar el sobrante en baterías para su uso en las horas en que no haya sol.
La gran mayoría de electricistas están preparados para realizar una instalación de estas características. Existen también empresas especializadas en este tipo de sistemas energéticos e incluso varias compañías comercializadoras de electricidad ofrecen el servicio. Habitualmente son estos mismos profesionales quienes se ocupan también de los pasos técnicos y administrativos necesarios.
Tejados solares: beneficios en menos de diez años
El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDEA) estima que un sistema de 3 kW puede cubrir la mayoría de las necesidades de iluminación y consumo eléctrico de un hogar de cuatro miembros y una superficie de setenta metros cuadrados. La amortización de esta instalación estaría entre los seis y diez años, en función del consumo y del precio de la luz. Además, existen líneas de ayuda y beneficios fiscales que ayudan a amortizar aún más rápido la instalación, y sistemas de financiación que evitan tener que desembolsar la inversión inicial de golpe.
Algunas asociaciones y plataformas, como es el caso de Autoconsumo al detalle, permiten realizar un cálculo aproximado de la instalación solar fotovoltaica óptima en cada caso y del ahorro obtenido.
¿Por qué apostar por el autoconsumo?
El principal motivo que está impulsando este tipo de instalaciones es el económico, puesto que los tejados solares suponen un ahorro directo para el autoconsumidor, especialmente ante la actual tendencia al alza del precio de la luz. Pero el beneficio no es sólo individual, sino también colectivo al contribuir a reducir el precio de la electricidad para el resto de consumidores. El autoconsumo contribuye a abaratar el precio del mercado eléctrico: por un lado, al disminuir la demanda (quien autoconsume compra menos energía de la red) y, por otro lado, al aumentar la oferta de energía renovable (si hay excedentes, hay más energía negociada en el mercado eléctrico).
Más allá de los beneficios para el bolsillo, no hay que olvidar que la solar es una fuente de energía renovable, que no emite gases de efecto invernadero, y que permite una generación eléctrica in situ, evitando las pérdidas de electricidad asociadas al transporte de esta. Es decir, contribuye a que la Tierra sea un planeta más saludable, lo que se traduce en un mayor confort.
El 2020, un año récord a pesar de la pandemia
A pesar de las restricciones por la pandemia de la Covid-19, el autoconsumo fotovoltaico registró unas cifras récord en el año 2020, según el último informe anual de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF). Se instalaron 596 MW de nueva potencia, un 30% más que durante el ejercicio anterior, lo que lleva a una potencia total acumulada superior de 1,5 GW. Las previsiones para el 2021 son aún mejores, especialmente en el actual contexto de elevados precios de la luz.
Este crecimiento se explica, sobre todo, por dos motivos. El primero es el descenso de precios de la energía la solar fotovoltaica, que ha reducido sus costes un 80% en cinco años, y el mayor rendimiento de este tipo de instalaciones. Por otro lado, los últimos cambios en la normativa española de autoconsumo han facilitado los trámites necesarios, reconocen el derecho a autoconsumir energía eléctrica renovable sin peajes ni cargos y permiten que estos sistemas se instalen a nivel individual o de forma compartida, por ejemplo, en comunidades de vecinos.
Hay quien la llama la revolución de los tejados (léase también azoteas, terrazas, jardines y cualquier espacio soleado). Una revolución de la que puede ser partícipe todo aquel que tenga una vivienda. Una revolución que empodera al ciudadano y que supone directamente un ahorro para su bolsillo. Una revolución de alcance global, al contribuir a frenar el cambio climático. Una revolución, en definitiva, en beneficio del confort de todos y todas y que ni la Covid-19 ha conseguido parar. Aprovechemos nuestros tejados y los 300 días de sol anuales para hacer posible la revolución.