La contaminación radiactiva: qué es, por qué se produce y cuáles son sus consecuencias

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En los últimos días se está oyendo el término de "contaminación radiactiva", pero, ¿qué entendemos por ese concepto

contaminación radioactiva
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La contaminación radiactiva puede ocurrir si se liberan materiales radiactivos en el medio ambiente como resultado de un accidente, un evento en la naturaleza o un acto de terrorismo, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).

Aunque las radiaciones ionizantes (aquellas con energía suficiente para romper nuestro ADN) tienen muchas aplicaciones beneficiosas en la medicina, la industria, la agricultura y la investigación, también pueden conllevar algunos riesgos para la salud y para la biodiversidad si no se utilizan o contienen adecuadamente.

Cómo se produce la contaminación radiactiva

Algunos ensayos con armas nucleares y accidentes de centrales, como los ocurridos en Chernóbil en 1986 y en Fukushima en 2011 (provocado por un gran terremoto y un posterior tsunami), generan una radiación que puede permanecer presente en el medio ambiente durante años, tal y como indica el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

En ocasiones, también se produce una liberación controlada de material radiactivo procedente de una instalación. “No tiene que ser una central nuclear necesariamente, puede tratarse de un centro de investigación, la industria e incluso un hospital”, afirma María de los Ángeles "Llanlle" Millán Callado, física nuclear y tecnóloga de radiaciones del departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Sevilla y del Centro Nacional de Aceleradores. Este tipo de liberaciones se producen “de forma limitada, por lo que su impacto y extensión también es limitado”.

qué es la contaminación radiactiva
Infografía sobre la contaminación radiactiva

Además, existen algunas sustancias radiactivas de origen natural. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que existen más de 60 materiales radiactivos naturales presentes en el suelo, el agua y el aire.

Alicia Bayón Sandoval, doctora en Ingeniería Química y Ambiental que nos ha prestado sus superpoderes, pone como ejemplo el gas radón, que se produce por una desintegración del uranio presente en suelos y rocas.

“El radón puede acumularse en lugares cerrados (por ejemplo, en algunas minas) hasta niveles peligrosos, mientras que en espacios abiertos es rápidamente diluido y no supone un riesgo para la salud”, explica Bayón. Este gas es una de las principales causas de cáncer de pulmón, según la OMS.

De quemaduras a cáncer: cómo afecta la contaminación radiactiva a nuestra salud

Los seres humanos pueden contaminarse en caso de tragar o respirar materiales radiactivos o si estos entran en contacto con su piel, cabello o ropa, según los CDC. Millán explica que la radiación ionizante emitida por estos materiales puede afectar al organismo de dos formas: mediante los llamados efectos deterministas o mediante los estocásticos, que explicamos a continuación.

Los primeros, según la experta, “se producen al exponerse a dosis agudas muy altas, debido a la muerte de un gran número de células, y tienen un umbral de dosis a partir de la cual empiezan a manifestarse”.

Entre estos efectos, la experta menciona las quemaduras, las hemorragias o las cataratas. La OMS subraya que más allá de ciertos umbrales, la radiación puede afectar al funcionamiento de órganos y tejidos y producir efectos agudos como enrojecimiento de la piel, caída del cabello o síndrome de irradiación aguda (cuyos síntomas incluyen náuseas, vómitos, dolor de cabeza y diarrea).

“Sólo se pueden producir en accidentes muy graves, como en el caso de los bomberos de Chernóbil, en el que las personas entraron en contacto con el material altamente contaminado de forma directa”, señala Millán. En estos casos, la gravedad de los efectos en la salud aumentan con la dosis.

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Central nuclear de Chernóbil en la actualidad.

Por otro lado, los efectos estocásticos o probabilísticos de la radiación “no tienen un umbral”, según la física nuclear: “Se producen con dosis bajas o moderadas y son más comunes en exposiciones prolongadas”.

“En este caso, la probabilidad de sufrir un determinado efecto crece al aumentar la dosis de exposición, pero no su gravedad”, explica la física nuclear. Este tipo de consecuencias aparece cuando la radiación no es capaz de matar a las células, “pero sí de alterar las moléculas de ADN”.

Cuando ocurre, puede producirse algún tipo de cáncer. El riesgo es mayor para los niños y adolescentes, ya que son mucho más sensibles a la contaminación radiactiva que los adultos, según la OMS.

Para disminuir o minimizar las consecuencias radiológicas en una zona contaminada, suele evacuarse y restringirse el acceso a ella. Así lo explica Marcos Peterlin, experto en física y centrales nucleares que nos ha prestado sus superpoderes: “Además, se implementan técnicas de limpieza, descontaminación o ventilación y se buscan alternativas a la producción agrícola en caso de que la zona haya estado dedicada a tal fin”.

Los efectos de la contaminación radiactiva en la vegetación y los alimentos

Los materiales radiactivos liberados también pueden contaminar el aire, el agua, las superficies, el suelo, las plantas, los edificios o los animales, según los CDC.  En caso de que una sustancia radiactiva se disperse en el agua, los contaminantes pueden extenderse a regiones alejadas.

“Otra consecuencia es que esta agua se acabe filtrando en el suelo, sea asimilada por la vegetación y el contaminante radiactivo se incorpore a la planta”, señala Millán. Además del potencial daño sobre la flora, la planta podría después ser ingerida por animales o por los propios humanos (y puede, por lo tanto, afectar a su salud). 

Lo mismo ocurre con los alimentos. “Tras el accidente de Fukushima, se detectaron niveles elevados de isótopos radiactivos en la leche y las espinacas procedentes de Japón, lo que incentivó un plan de medidas de intervención urgentes desde la Unión Europea”, recuerda la física nuclear.

Un informe publicado por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) indica que algunos alimentos como las hortalizas o la leche procedente de animales de la zona afectada puede contaminarse poco después de que se produzca una liberación de material radiactivo.

“En el caso particular de la leche, es importante comenzar la vigilancia cuanto antes, ya que los radioiodos (isótopos de yodo radiactivo) aparecerán muy pronto en ella, y este es un alimento muy importante, en particular para los lactantes y los niños”, indica el documento. La carne, los cereales y el pescado también pueden contaminarse, pero “más lentamente”.

Algunos animales parecen haber desarrollado respuestas adaptativas frente a la radiación

Varios investigadores han intentado analizar cómo el material radiactivo afecta a los animales. Por ejemplo, un estudio publicado en la revista Scientific Reports indica que el accidente de Fukushima causó daños fisiológicos y genéticos a una especie de mariposa, conocida como hierba pálida azul (Zizeeria maha).

Más de 30 años después del accidente de Chernóbil, el doctor en Biología Germán Orizaola explica en The Conversation que se han detectado algunos efectos negativos de la radiación en animales a nivel individual.

Algunos insectos parecen vivir menos y estar más afectados por parásitos en zonas de radiación alta. Ciertas aves también presentan daños en su sistema inmune, así como alteraciones genéticas. “En todo caso, estas alteraciones no parecen afectar al mantenimiento de las poblaciones”, afirma.

La ausencia de efectos negativos de la radiación a nivel general sobre la fauna de Chernóbil podría deberse a varios factores, según Orizaola. Podría ser que los organismos vivos fuesen, en realidad, mucho más resistentes a la radiación de lo que se preveía. O quizás algunas especies mostrasen respuestas adaptativas que les permitiese vivir en zonas contaminadas sin sufrir efectos negativos. La ausencia de humanos en la zona también podría favorecer a algunos animales.

Existen animales que parecen haber desarrollado respuestas adaptativas frente a la radiación, según Orizaola. Por ejemplo, se han producido cambios en la coloración de las ranas: “Las ranas de la zona de exclusión son más oscuras, lo que podría protegerlas de la radiación”.

El impacto ambiental de los materiales radiactivos dependerá del tipo de vertido

La contaminación radiactiva, según Millán, “no es un fenómeno global y generalizado, como puede ocurrir con los microplásticos o algunas formas de contaminación atmosférica”. “Se produce en zonas determinadas, en momentos determinados y bajo unas circunstancias determinadas”, añade.

Sus consecuencias en una zona determinada van a depender de las condiciones particulares que rodean a ese vertido, tal y como subraya la física nuclear: de la cantidad y la forma del material radiactivo liberado, sus características o su vida media (el tiempo que permanece en el medio antes de desintegrarse), entre otras.

“Por ejemplo, si el material se libera de forma sólida (en fragmentos), su gestión es más sencilla que si es liberado en forma de gas a la atmósfera o en forma líquida a una fuente de agua”, explica. Mientras tanto, los contaminantes líquidos o gaseosos “van a dispersarse más rápido, por lo que su concentración en el medio (y por tanto su peligrosidad) va a decrecer rápidamente”.

 

“Menos bulos, más rigor científico” es un proyecto de DKV Salud con contenido editorial de Maldita.es

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