Del doctor Balmis a Margarita Salas, pasando por Isabel de Zendal, la investigación española está plagada de nombres que dedicaron su vida a mejorar la salud de todos y contribuyeron a hacerlo con sus descubrimientos científicos.
Muchas veces parece que la huella española en la historia de la ciencia es prácticamente inexistente, como si la leyenda negra que afecta a otros campos hubiese calado también en este. Aunque la falta de inversión es un problema lastrado durante décadas –si no siglos–, las aportaciones de los científicos españoles al conocimiento global han contribuido enormemente a los avances que han permitido el progreso de la humanidad.
La crisis sanitaria del coronavirus ha puesto en evidencia la necesidad vital de invertir en I+D+i, pero también de reconocer el trabajo de todas aquellas personas que han contribuido a poner nombre español a los descubrimientos científicos globales. Recopilamos a cinco de ellas sin las que el mundo no sería tal y como lo conocemos.
Cinco científicos españoles pioneros en la investigación:
1. Francisco Javier de Balmis y Berenguer (Alicante, 1753 – Madrid, 1819)
En noviembre de 1803 zarpaba de A Coruña el barco María Pita y daba comienzo la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, la primera misión humanitaria de la que se tiene constancia. No hacía ni una década que Edward Jenner había descubierto la vacuna de la viruela cuando el doctor Balmis se embarcó en la lucha contra esta enfermedad en las colonias españolas de América y las Filipinas. Nunca hubiese imaginado que se convertiría en una especie de Phileas Fogg que daría la vuelta al mundo vacunando a niños de todos los continentes de una enfermedad que, por aquel entonces, se había convertido en una pandemia mortal.
Este médico militar de la corte de Carlos IV se convirtió en uno de los científicos españoles más reconocidos de la época, especialmente después de idear una novedosa forma para trasladar la vacuna: el transporte humano en vivo. Balmis decidió utilizar a un grupo de personas sin vacunar para portar el virus en sus brazos. Al llegar al destino, gracias al líquido de sus pústulas, se sintetizaban las vacunas necesarias para inocular a la población.
2. Isabel Zendal Gómez (Orense, 1773 – México, s. XIX)
Junto a Balmis viajaba la gallega Isabel Zendal, única mujer de la expedición, enfermera y rectora de la Casa de Expósitos del Hospital de Caridad de A Coruña. Pero no iba sola: le acompañaban los 21 huérfanos de los que cuidaba y su propio hijo, y todos ellos fueron piezas clave del éxito del viaje: eran los portadores vivos del virus, lo que permitió a la expedición viajar a ultramar inmunizando a otros niños. El papel de Zendal fue esencial para mantener con vida a cada uno de los eslabones de la cadena, un papel clave para el éxito de esa primera campaña de vacunación.
Sin embargo, como suele ocurrir con las mujeres en la historia de la ciencia y de otras tantas disciplinas, el nombre de Zendal permaneció silenciado durante dos siglos. Aun así, ya en su momento el padre de la inmunología, el ya mencionado Jenner, dijo de ella que era una «ejemplo de filantropía». En los años cincuenta del siglo pasado, la Organización Mundial de la Salud reconoció el papel de Zendal como la primera enfermera de la historia en misión humanitaria internacional. Poco a poco, parece va recuperando su papel en la historia como la madre de todas las vacunas.
3. Santiago Ramón y Cajal (Navarra, 1852 – Madrid, 1934)
Severo Ochoa llegó que la investigación española en biología y medicina era pobre, pero que sin Ramón y Cajal habría sido nula. El padre de la neurociencia es uno de los científicos más importantes de nuestro país pero, a pesar de ello, no fue hasta el doctorado cuando descubrió su verdadera vocación como investigador. Durante un examen de histología se asomó, por primera vez, a un microscopio y quedó tan fascinado por lo que vio que el instrumento se convirtió en su compañero inseparable.
Gracias a científicos españoles como Ramón y Cajal hoy sabemos, entre otras cosas, cómo se conectan las células nerviosas de la materia gris, qué son y cómo funcionan las neuronas o que se separan entre sí por un espacio denominado hendidura sináptica. En 1906 ganó, junto al italiano Camilo Golgi, el Premio Nobel en Fisiología o Medicina, el primero conseguido por un científico español. Además, en su vida fue maestro, escritor, fotógrafo… Así, demostró que ciencias y humanidades no son disciplinas reñidas.
4. Margarita Salas (Asturias, 1938 - Madrid, 2019)
En 1964 escapó de lo que ella misma denominaba «un páramo científico» y se mudó a Nueva York para trabajar con el nobel Severo Ochoa. A su regreso a España revolucionó las pruebas de ADN gracias a su investigación sobre el funcionamiento a nivel molecular del virus phi29. Su trabajo le permitió descubrir cómo se replicaba el ADN del virus y le llevó a patentar un sistema de ampliación de este utilizado en investigaciones policiales y yacimientos arqueológicos, por ejemplo. Así, Margarita Salas trajo la biología molecular a España y se convirtió en una de las científicas más importantes de nuestro país.
Durante toda su vida, la investigadora luchó por romper los estereotipos que decían que la ciencia no era cosa de mujeres. Y lo demostró: en 1988 fue nombrada presidenta de la Sociedad Española de Bioquímica y en 1992, comenzó a trabajar como directora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. En 2007 se convirtió en la primera mujer española en ingresar en la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos y, desde el 2003 hasta su muerte, también fue académica de la RAE.
5. María Blasco (Alicante, 1965)
La hija científica de Margarita Salas es, como lo fuera su mentora, una de las científicas pioneras de la investigación española en el campo de la biología molecular. A principios de los años noventa se fue a Estados Unidos para estudiar unas recién descubiertas estructuras cromosómicas conocidas como telómeros y una importante enzima, la telomerasa.
Desde entonces, es un referente mundial en el estudio de la relación de estas con el cáncer y el envejecimiento. Su trabajo le valió convertirse en la primera mujer científica en el mundo que obtiene el Premio Josef Steiner, destinado a financiar la investigación contra esta enfermedad. Desde hace nueve años es, además, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), uno de los principales centros de investigación en España.
Por ETHIC