El uso de energías alternativas o renovables ha experimentado un crecimiento notable en los últimos años. Según datos de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés), su capacidad instalada a nivel mundial alcanzó los 3870 gigavatios (GW) en 2023.

En comparación con las energías fósiles, las energías alternativas están ganando terreno rápidamente. Mientras que en 2010 representaban alrededor del 20 % de la generación eléctrica global, en 2023 esta cifra se elevó hasta el 43,2 %. Se espera además que la tendencia al alza continúe en los próximos años, impulsada por la reducción de costes y las políticas de fomento de energía limpia.

¿Qué son las energías alternativas?

Las energías alternativas, también llamadas energías renovables o limpias, son aquellas fuentes de energía que se obtienen de recursos naturales inagotables o que se pueden regenerar de manera natural. Estas energías desempeñan un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático y en la transición hacia un modelo energético más sostenible.

En un contexto de creciente preocupación por la crisis climática, las renovables se presentan como una solución prometedora para reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Además, ofrecen numerosas ventajas en términos de sostenibilidad, seguridad energética y desarrollo económico.

Principales tipos de energías alternativas

Entre las principales fuentes de energía alternativa, encontramos la solar, la eólica, la hidráulica y la biomasa, cada una con sus propias características y aplicaciones.

Energía solar

La energía solar es una de las fuentes de energía limpia más conocidas y con mayor potencial. Su funcionamiento se basa en la captación de la radiación solar mediante paneles fotovoltaicos o sistemas de concentración solar, que transforman esta energía en electricidad o calor.

Las principales ventajas de la energía solar son su abundancia —el sol es una fuente prácticamente inagotable—, su bajo impacto ambiental y la posibilidad de generar energía de forma descentralizada. Sin embargo, también presenta algunos desafíos, como la intermitencia en la producción y la necesidad de grandes superficies para las instalaciones.

Los avances tecnológicos recientes están mejorando la eficiencia de los paneles solares y reduciendo sus costes de producción. Además, se están desarrollando nuevas aplicaciones, como las células solares transparentes para ventanas o los tejados solares integrados, que amplían las posibilidades de uso de esta energía.

Energía eólica

La eólica aprovecha la fuerza del viento para generar electricidad mediante aerogeneradores o turbinas eólicas. Esta fuente de energía ha experimentado un crecimiento exponencial en las últimas décadas, convirtiéndose en una de las alternativas más competitivas en el mercado energético.

Los beneficios de la energía eólica incluyen su carácter limpio y renovable, así como su capacidad para generar grandes cantidades de energía. No obstante, también tiene algunas limitaciones, como la dependencia de las condiciones meteorológicas y el impacto visual y sonoro de los parques eólicos.

Un área de desarrollo particularmente prometedora es la energía eólica offshore, con turbinas instaladas en el mar. Estos proyectos aprovechan vientos más fuertes y constantes, además de reducir el impacto visual en tierra firme. Países como Reino Unido, Alemania y China están liderando esta tecnología, con proyectos cada vez más ambiciosos.

Energía hidráulica

Se obtiene aprovechando la energía cinética y potencial de las corrientes de agua, los saltos de agua o las mareas. Es una de las formas más antiguas de energía alternativa y sigue siendo una fuente importante de electricidad en muchos países.

Los métodos de generación incluyen grandes presas hidroeléctricas, centrales de bombeo y, más recientemente, sistemas de aprovechamiento de las corrientes marinas. La energía hidráulica o hidroeléctrica tiene la ventaja de ser altamente eficiente y capaz de proporcionar una producción estable de electricidad.

Sin embargo, la construcción de grandes presas puede tener impactos significativos en los ecosistemas fluviales y las comunidades locales. Por ello, en los últimos años se ha puesto un mayor énfasis en el desarrollo de microcentrales hidroeléctricas, que tienen un menor impacto ambiental y pueden proporcionar energía a comunidades aisladas.

Biomasa

La biomasa utiliza materia orgánica de origen vegetal o animal para producir calor, electricidad o biocombustibles. Esta energía se considera renovable siempre que se gestione de manera sostenible, asegurando que la tasa de consumo no supere la de regeneración.

Entre las fuentes de biomasa se incluyen residuos forestales y agrícolas, desechos urbanos orgánicos y cultivos energéticos. La biomasa tiene la ventaja de ser una fuente de energía almacenable y gestionable, lo que la hace complementaria a otras energías renovables más intermitentes.

Beneficios de las energías limpias en el medioambiente y la sociedad

La transición hacia las energías alternativas tiene un impacto positivo tanto en el ambiente como en la sociedad. Uno de los beneficios más evidentes es la reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros GEI. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), las renovables evitaron la emisión de 550 millones de toneladas de CO2 en 2022.

Además de mitigar el cambio climático, estas energías contribuyen a mejorar la calidad del aire, especialmente en zonas urbanas. El biometano representa «una solución autóctona disponible a día de hoy, con una tecnología madura, para descarbonizar prácticamente el 50 % del consumo de gas fósil» en España, promoviendo así una economía circular, apuntaba Germán Medina, de Gas Advocacy en Nedgia (Grupo Naturgy) en el Foro de Marcas Renombradas Españolas. 

Y en lo social, el sector de las renovables se ha convertido en un importante generador de empleo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que en los próximos cinco años podrían crearse hasta 24 millones de nuevos puestos de trabajo verdes en todo el mundo, muchos de ellos relacionados con las energías limpias. 

El papel de las empresas en la transición energética

Las organizaciones desempeñan un papel crucial en la transición hacia un modelo energético sostenible. Cada vez más compañías adoptan energías limpias en sus operaciones. Un ejemplo destacado es el de Google, que en 2020 anunció que había alcanzado el 100 % de energía renovable en todas sus operaciones globales. Otras empresas como IKEA, Apple y Walmart también han realizado importantes inversiones en este sentido.

La adopción de este tipo de energías puede proporcionar a las empresas interesantes ventajas competitivas. Además de reducir los costes energéticos a largo plazo, mejora la imagen de marca y responde a la creciente demanda de los consumidores por productos y servicios más sostenibles.

Para implementar energías alternativas en los negocios, una empresa puede seguir diversas estrategias. Estas incluyen la instalación de sistemas de generación propia (como paneles solares en tejados), la adquisición de energía verde a través de acuerdos de compra de energía (PPA, en inglés) o la inversión en proyectos renovables fuera de sus instalaciones.

El futuro de las energías alternativas

La AIE prevé que las energías verdes representen más del 42 % de la generación eléctrica mundial en 2028, con la solar fotovoltaica liderando este crecimiento. Entre las tecnologías emergentes más prometedoras se encuentran la fusión nuclear, que podría proporcionar una fuente de electricidad limpia prácticamente ilimitada, y la energía mareomotriz, que aprovecha la fuerza de las mareas en el océano.

No obstante, a pesar de su rápido crecimiento, el sector aún enfrenta varios desafíos. Uno de los principales es la intermitencia de algunas fuentes renovables, como la solar o la eólica. Para abordar este problema, se están desarrollando tecnologías de almacenamiento más eficientes, como baterías de gran escala y sistemas de hidrógeno verde. 

Otro desafío importante es la necesidad de adaptar las redes eléctricas existentes para manejar una mayor proporción de renovables. Lo que requiere inversiones en infraestructura y tecnologías de red inteligente. María Arbulo, analista medioambiental de CESCE, explica que uno de los objetivos clave es flexibilizar productos financieros que faciliten su adopción. En este sentido, menciona «las pólizas verdes» y otros incentivos dirigidos a «proyectos que se consideran verdes de acuerdo con el consenso de la OCDE».

Para limitar el calentamiento global a los 1,5 ºC de París, será necesario acelerar drásticamente la transición hacia las energías limpias en todos los sectores de la economía. Como individuos, podemos contribuir optando por proveedores de electricidad verde, invirtiendo en eficiencia energética en nuestros hogares o apoyando políticas que fomenten este tipo de energía. 

Aunque el camino hacia un sistema energético 100 % renovable aún presenta desafíos, los avances tecnológicos y el creciente compromiso global nos acercan cada día más a esta meta. Para las empresas, la adopción de energías alternativas no solo es una responsabilidad ambiental, sino también una oportunidad de innovación y crecimiento. La transición energética ofrece un amplio abanico de posibilidades para desarrollar nuevos productos, servicios y modelos de negocio sostenibles. 

Por Elisabeth Lahoz