Cuando por fin empezamos a ver el fin de la pandemia, empieza la guerra en Ucrania. ¿Cómo gestionar y compartir este nuevo golpe con nuestras hijas e hijos?
Cuando todavía nos estamos recuperando de un golpe de magnitudes inimaginables como la pandemia, viene otro, la guerra, y tenemos que poner en marcha todos los recursos psicológicos a nuestro alcance para elaborarlo y gestionarlo de la mejor manera posible. Pero, ¿qué pasa con los niños y las niñas?
Es verdad que demostraron una capacidad de resiliencia inquebrantable delante de una situación que no les permitía cosas tan naturales y necesarias como ir a clase, relacionarse con sus compañeros y compañeras, tocarse, abrazarse, ver a sus abuelos y abuelas. Ahora, cuando empieza a asomar cierta normalidad y las mascarillas se desdibujan, mientras regresan los besos y los abrazos, cuando parecía que el mundo emocional comenzaba a recobrar su equilibrio, un evento inesperado vuelve a sacudir la realidad con violencia: la guerra. ¿Cómo hablar con ellos de este tema?
A veces, tendemos a ocultar información que consideramos dura a los niños con el objetivo de evitarles un sufrimiento, pero la realidad es que ellos saben mucho más de lo que creemos. Captan nuestro nerviosismo y agitación perfectamente, y su capacidad de fantasía es inmensa. Con lo cual, si oyen y ven cosas que no entienden, que intuyen pero sólo a trozos, pueden desarrollar fantasías en torno al tema que sean más difíciles de gestionar que una verdad bien explicada. Y, sobre todo, acompañada de adultos que les den seguridad y guien en sus respectivas dudas.
Si un niño o niña pregunta, se recomienda explicar el conflicto bélico adaptando el lenguaje a su edad y reforzando mensajes positivos que amortigüen el posible miedo que puede provocarles. Si son muy pequeños, los cuentos y metáforas pueden ayudar a que expresen sus temores y dudas. Dibujar es una técnica proyectiva muy útil para que expresen lo que sienten.
En el caso de edades en las que ya tienen acceso a dispositivos móviles, por lo que seguramente han visto y oído algo al respecto (aunque no comenten nada), lo primero es preguntarles qué saben sobre la guerra o qué piensan sobre ella. Según la información que sean capaces de dar, tenemos que adaptar la información que les transmitiremos, pero siempre desde la realidad, sin mentiras, haciéndoles sentir que hay adultos que cuidan de ellos.
Algunos consejos para hablar de la guerra a los niños
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Si muestran preocupación por las familias de Ucrania, podéis buscar formas de ayudar y hacer que los niños participen. Sentir que estáis haciendo algo para ayudar a quienes sufren puede apaciguar esa preocupación y darles un sentimiento de seguridad que puede ser reconfortante, además de transmitir el valor de la solidaridad y la empatía.
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No siempre que pregunten existe el miedo, a veces los niños preguntan por curiosidad. Debes responder de forma tranquila, precisa, transmitiendo seguridad.
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No es conveniente que el niño o la niña estén expuestos a noticias sobre la guerra de forma permanente ya que no podemos controlar todo lo que circula y pueden aparecer imágenes perturbadoras que influyan de forma negativa en su estado anímico. Puedes apoyarte o compartir algún artículo que hayas revisado previamente.
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Estar atentos al estado de ánimo de los menores. A veces pueden estar nerviosos y manifestarlo, pero en otras ocasiones se puede vivir el miedo en silencio o con algunos cambios en la conducta: ansiedad, falta de apetito, de concentración, problemas de sueño. En esos casos, hay que indagar y hacerles saber que estás disponible, preguntarles si quieren hablar. Aunque no lo haga en el momento puede generarle tranquilidad.
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En el caso de los adolescentes que se informan por redes sociales, lo mejor es orientarles y guiarles hacia fuentes confiables de información y noticias.
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Mantener las rutinas y los temas de cada día darán un marco de seguridad y pueden ayudar a alejar temores y pensamientos repetitivos.
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Indaga la raíz de su temor. A veces damos por hecho que los niños tienen los mismos miedos que los adultos, pero la causa del miedo puede ser diversa y muy diferente a la nuestra. ¿Tiene miedo de morir? ¿de que mueran sus padres? ¿de que no haya qué comer? ¿de que haya otra guerra mundial? No sabemos a qué teme exactamente, incluso, si se trata de un miedo irracional. Por eso, cuando pregunten es importante estar atentos a sus preocupaciones para poder darles una respuesta tranquilizadora.
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Si no sabemos la respuesta no pasa nada con decir "no lo sé". No tenemos por qué saberlo todo aunque seamos adultos, por eso lo mejor es actuar con naturalidad y sinceridad ante un elemento que desconocemos y aprovechar la oportunidad para reflexionar con los más pequeños.
Los acontecimientos estresantes, como los que hemos descrito (una pandemia o una guerra...) generan a nivel psicológico un estado de alerta e hipervigilancia permanente en los pequeños y pequeñas, por lo que es fundamental generar espacios de seguridad con un vínculo fuerte con los adultos que les otorgue un entorno previsible sin ambivalencias. Esa actitud de las personas adultas ante el estrés provocado por la situación es vital para evitar síntomas posteriores.
Recordemos que los niños perciben la realidad y un hecho silenciado puede verse convertido en tabú, el tabú en monstruo y los monstruos hacen crecer a los niños con miedo.
Por María José Aldunate, responsable de Atención al Duelo en DKV