Rastreamos cómo el deporte pasa del plano físico a convertirse en un factor fundamental para la inclusión de comunidades desdibujando las fronteras, las capacidades y las clases sociales
La actividad física es una de las herramientas más eficaces para integrar en la sociedad a las personas tanto de forma individual como colectiva. Muchos de estos casos resultan llamativos y son admirados ejemplos de superación porque, fuera del amparo del deporte inclusivo, son entornos socioculturales en los que sería muy difícil intervenir.
Gracias a los beneficios de integración social, emocional y psicológica, el ejercicio supone un factor esencial para el desarrollo de la personalidad y para hacer frente con mayor destreza a dificultades extradeportivas de nuestro alrededor en el día a día. Por esta razón, el deporte inclusivo es una realidad dentro y fuera del campo de juego porque ayuda a romper barreras y a conseguir una sociedad más integrada, cohesionada y que brinda igualdad de oportunidades a los individuos que la conforman.
La importancia del equipo de refugiados en los JJOO
Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016 sentaron un asombroso precedente: por primera vez, se conformaría un equipo de atletas refugiados. Estos deportistas tienen en común que tuvieron que escapar de su tierra natal a causa de la guerra, la discriminación y otros conflictos y que son atletas de alto nivel que, desafortunadamente, no pueden competir bajo la bandera de su país. Hablar de valores y deporte puede resultar una cuestión que roza el cliché, pero en el caso de estos jóvenes se traduce historias de superación inauditas gracias a su mayor pasión.
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Alia Issa (Siria, 2001): Esta joven siria que vive en Grecia fue la primera mujer refugiada atleta paralímpica y compitió en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 en Club throw, una disciplina para deportistas que no pueden sostener la jabalina o el disco por su condición física. Tras contraer la viruela de pequeña, Issa sufrió daños cerebrales irreversibles con consecuencias físicas e intelectuales, pero eso nunca la frenó para conseguir su sueño: ser atleta. “Me gustaría decirle a la gente que, si tienen un hijo con discapacidad como yo, no lo tengan escondido en casa. Anímenlo a participar en el deporte”, expresó en una entrevista.
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Wael Shueb (Siria, 1987): Shueb combinaba su trabajo en una fábrica de textil con su pasión por las artes marciales. En 2015, la guerra lo obligó a huir de su país y pasar por la odisea de atravesar en barco hasta Turquía y recorrer Macedonia en bicicleta hasta instalarse en Alemania, donde utilizó sus conocimientos de kárate para dar clase e integrarse en su nueva vida europea. Finalmente, la disciplina kata (kárate sin contacto) fue aprobada como prueba olímpica para los Juegos de Tokio y el Comité Olímpico Internacional le ofreció una beca como atleta refugiado. Según Shueb: "el deporte abre las puertas. El deporte habla todos los idiomas. El deporte es el campeón del mundo de la integración".
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Masomah Ali Zada (Afganistán, 1996): Ali Zada tuvo que escapar de su país para cumplir su sueño de ser ciclista. Su pasión por la bicicleta la hacía sentirse poderosa y liberada, una actitud que no fue bien vista por su entorno. Montar en bici en público siendo mujer era considerado una provocación y sufrió varias agresiones que nunca la hicieron dejar de pedalear. Un benefactor francés escuchó su historia y luchó por traerla junto con su hermana (también ciclista) a Francia para que continuaran su carrera deportiva. Esta oportunidad las llevó a competir como refugiadas en Tokio 2020, donde la joven quería convertirse en un ejemplo de cómo el deporte fomenta la igualdad de género y la cercanía entre pueblos. "Al participar en los Juegos Olímpicos, quiero convencer a quienes piensan que una mujer en bicicleta es inapropiada o encuentran extraño que una mujer musulmana, que lleva un pañuelo en la cabeza, sea una ciclista".
El deporte inclusivo en el cine
El cine y la ficción también se han hecho eco de historias que orbitan en torno al deporte como elemento de concordia entre pueblos, naciones e individuos. Algunas de estas tramas están basadas en hechos reales y otras se han convertido en aclamados clásicos de la industria. Aquí os mostramos algunos de los ejemplos más significativos de deporte inclusivo desde diferentes perspectivas.
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Carros de fuego (Hugh Hudson, 1981): Además de una banda sonora inolvidable, Carros de fuego cuenta la historia de dos atletas de orígenes sociales y económicos muy diferentes se disputan la medalla olímpica. La película invita a la reflexión sobre las dificultades individuales en la carrera por el máximo galardón y la incidencia positiva del deporte inclusivo en personas de diferentes estratos sociales.
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Invictus (Clint Eastwood, 2009): Después de casi tres décadas en prisión, Nelson Mandela asume la presidencia de Sudáfrica y sentencia el fin de la segregación racial en el país (Apartheid). Junto con el entrenador del equipo nacional de rugby, Mandela intenta reconstruir la identidad de Sudáfrica a través de los valores deportivos. “El deporte tiene el poder de transformar el mundo, de inspirar, de unir a la gente como pocas otras cosas. Tiene más capacidad que los Gobiernos de derribar barreras sociales", decretó Mandela en la vida real.
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Moneyball (Martin Scorsese, 2011): Un entrenador de un equipo de béisbol de bajo presupuesto decide contratar a jugadores que los ojeadores consideran poco talentosos para formar un equipo estelar. Esta película basada en hechos reales recupera esta historia de superación y éxito que pone en valor la estrategia, la confianza en uno mismo y el trabajo en equipo en el contexto deportivo.
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Campeones (Javier Fesser, 2018): La ganadora del Goya a Mejor Película cuenta la batalla de un entrenador de baloncesto profesional que acaba obligado a entrenar a un equipo de jóvenes con diversidad funcional. Este gran reto que tiene por delante termina por convertirse en una aventura de vida gracias a la increíble capacidad de integración social del deporte.
Es un hecho que el deporte inclusivo conforma una parte fundamental de la cohesión social más allá de la actividad física. Tanto es así que la Carta internacional de la educación física, la actividad física y el deporte de la UNESCO así lo refleja en uno de sus artículos. “La educación física, la actividad física y el deporte pueden mejorar la salud mental, el bienestar y las capacidades psicológicas al fortalecer la seguridad corporal, la autoestima y la confianza en uno mismo, disminuyendo el estrés, la ansiedad y la depresión, al aumentar la función cognitiva, y al desarrollar una amplia gama de competencias y cualidades, como la cooperación, la comunicación, el liderazgo, la disciplina, el trabajo de equipo, que contribuyen al éxito mientras se juega y se aprende y en otros aspectos de la vida”.