Las nuevas técnicas biotecnológicas han permitido detectar y tratar enfermedades a niveles inauditos, pero también han abierto un debate sobre los límites éticos de la medicina
La técnica CRISPR es una de las más novedosas utilizadas dentro del campo de la biotecnología. ¿Conoces en qué consiste y el dilema que genera? Si la tecnología se ha desarrollado –y continúa haciéndolo– ha sido, ante todo, para satisfacer los deseos humanos. También para mejorar su existencia. Por eso, la salud, pilar fundamental de nuestra vida, se ha convertido en uno de los principales campos de investigación de esa tecnología con vocación de servicio. Así, la medicina ha avanzado a pasos agigantados desde que nuevas técnicas e instrumentos cada vez más digitalizados se cruzaron en su camino y dieron lugar a lo que se conoce como biotecnología.
Fruto de la fusión de dos ramas –la biología y la tecnología–, esta ciencia ha favorecido el progreso de prótesis y tratamientos de enfermedades que años atrás parecían incurables. También ha abierto un debate sobre los límites éticos de la medicina. Pero, si hay que atribuirle algún mérito es, indudablemente, el de haber diversificado y perfeccionado sus aplicaciones hasta convertirlas en una llave de acceso imprescindible para el funcionamiento de la medicina más revolucionaria. Uno de sus avances más recientes es el de la técnica CRISPR.
La tecnología CRISPR: ¿qué es?
La técnica CRISPR permite editar el genoma humano con la inyección de moléculas que modifican el gen para tratar patologías y alargar la esperanza de vida de los pacientes. Por ejemplo, este método de edición genética se ha comenzado a utilizar en casos de atrofia muscular espinal, una enfermedad poco común que provoca una degeneración progresiva de las neuronas medulares que permiten mover los músculos corporales. En los próximos años, se espera conseguir introducir el gen que necesitan los pacientes a través de una sola inyección.
Al permitir una edición genética más compleja y precisa, el método CRISPR también se ha utilizado en personas con esclerosis múltiple, una enfermedad autoinmune degenerativa. Aunque por el momento no tiene cura, en los últimos años, este método biotecnológico ha conseguido ralentizar la aparición de sus síntomas y, por ende, mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Según Fyodor Urnov, líder de investigación de enfermedades hemáticas de la compañía americana biotecnología Sangamo BioSciences, uno de sus usos más habituales es el tratamiento de enfermedades de los ojos, pero, basándose en ensayos ya realizados, su aplicación futura está orientada, sobre todo, a la cura de trastornos de la sangre (como algunos tipos de anemia, normalmente transmitida por los padres).
A día de hoy, uno de los mayores logros ha sido la modificación del ADN de diez bebés burbuja que, según un estudio publicado por la revista médica New England Journal of Medicine, ha conseguido que desarrollen un sistema inmunitario capaz de generar todas las células necesarias para protegerse de infecciones. En este sentido, cabe destacar una de las posibles aplicaciones más polémicas y cuestionadas de la biotecnología: tratar enfermedades antes de que se produzcan e, incluso, antes de que el paciente nazca. El debate que envuelve esta práctica no es sencillo, puesto que gira en torno a la pregunta de cuáles son los límites de las modificaciones genéticas en embriones.
La ética y las modificaciones genéticas
El profesor de la Universidad Tufts especializado en bioética, Sheldon Krimsky, lo explica: «El genoma es un ecosistema y todo se encuentra en equilibrio. Si intentas modificar una cualidad, otras podrían verse afectadas». En este aspecto, durante el 8º Congreso Internacional sobre Medicina Reproductiva del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVIRMA) celebrado en abril en Mallorca, el experto en diagnóstico preimplantacional de la Universidad de Oxford, Dagan Wells, concretó que "cualquier edición genética que se haga pasará de generación en generación", por lo que sus efectos perdurarán en la totalidad del futuro árbol genealógico.
Estas declaraciones surgieron después de que, a finales de 2018, se conociese la noticia de que habían nacido dos bebés modificadas genéticamente en China, país en el que la investigación en este campo no está regulada. No obstante, la controversia surge del desconocimiento total sobre el genoma humano y las consecuencias de un cambio artificial en él. Sin embargo, a nivel ético, la principal preocupación es la utilización de estos avances para crear los conocidos como "niños a la carta". La comunidad científica –y la internacional, en general– teme que una mala regulación de la edición genética pueda sobrepasar los límites morales porque, si la biotecnología se ha convertido en los últimos años en uno de los mejores aliados de la medicina, también puede vulnerar algunos derechos fundamentales, como el de la libertad.
Sin ir más lejos, la UNESCO reconoce que "la edición del genoma es, sin duda, una de las empresas más prometedoras de la ciencia para el bien de toda la humanidad y podría ser un hito en la historia de la medicina". Sin embargo, advierte: "se plantean cuestiones éticas y morales importantes sobre el impacto que estos avances científicos pueden tener sobre los derechos de los individuos".
Jara Atienza