La idealización de ciertas situaciones desfavorables conducen a la falta de acción y soluciones para luchar contra las injusticias sociales que perpetúan la desigualdad de los colectivos más vulnerables
La idealización de las injusticias sociales es un fenómeno que lleva varias décadas siendo objeto de debate, pero que está generando mayor impacto en la era de lo digital. Las redes sociales, la proliferación de internet y la accesibilidad a todo tipo de información proporcionada desde innumerables fuentes difícilmente contrastables han hecho que la romantización de lo marginal, lo no privilegiado y el estigma cobren cada vez más relevancia de formas más y más sutiles.
El peligro de la romantización
Quizá te hayas topado en internet con la palabra “romantización” antes. Y es que el enorme flujo de información en los medios de comunicación y las redes sociales ha contribuido a crear una idea desconectada de la realidad de muchas situaciones. En apariencia, parecen idílicas y deseables, pero su verdad es muy diferente. Así, conocemos como “romantización” de injusticias sociales a la tendencia a idealizar algunas prácticas en sociedad que generan una fuerte desigualdad entre las personas menos privilegiadas.
Esta falsa realidad se impone en detrimento del sufrimiento y la opresión de otros y sus consecuencias genera debates en las redes sociales, ya que acentúa ciertos estereotipos y perpetúa la marginalización de colectivos desfavorecidos. Esta mirada “dulce” a problemáticas sociales complejas y, en gran parte de las ocasiones, estructurales, impacta de forma muy negativa en la vida de aquellos que viven por debajo del umbral del privilegio.
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Normalización de lo injusto: Los comportamientos y conductas que están alineados con un tipo de situación romantizada acaban siendo aceptados y asumidos como naturales e incluso idealizados, minimizando cualquier tipo de problema ajeno
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Estigmatización: La romantización se traduce en una amplia falta de empatía que empuja a los menos privilegiados al abismo de la marginalización perpetuando ciertos estereotipos asociados a la precariedad y la pobreza
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Falta de soluciones: Ante la distorsión de la realidad que experimentan algunas personas, no se proponen ni implementan acciones que aborden los problemas que asfixian a otros.
Los eufemismos de la injusticia social
A raíz de la inestabilidad económica que llevamos experimentando desde hace tiempo tras las sucesivas crisis que han asolado el país, muchos medios de comunicación se hacen eco de numerosos neologismos que, si miramos más de cerca, maquillan una realidad muy difícil para muchas personas en situación de precariedad. Por esta razón, a muchos medios los tildaron de estar romantizando la pobreza. Algunos de los términos que se han acuñado en estos artículos son:
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Nesting
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La idealización: Pasar el fin de semana sin salir de casa y, por tanto, sin necesidad de hacer ningún gasto de dinero, como llevar una vida en un nido (en inglés “nest”)
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Lo que esconde: Una falta de recursos para llevar a cabo planes de vida, de socialización y de ocio fuera del ámbito doméstico
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Freeganismo
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La idealización: Adopción de un estilo de vida zero-waste en el que se ahorra dinero y se es más respetuoso con el planeta basando la dieta alimenticia en productos encontrados en la basura
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Lo que esconde: Una realidad de marginalización extrema en la que la única manera de conseguir alimentos es rebuscando en los contenedores
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Co-living
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La idealización: Método de cohabitación entre diferentes personas para hacerse compañía y disfrutar el ambiente mientras se ahorra algo de dinero en alquiler y facturas
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Lo que esconde: Una situación de precariedad que no permite a mucha gente independizarse o que les aboca a convivir con otra gente en espacios muy reducidos por no disponer de los recursos suficientes para encontrar una vivienda digna
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A pesar de los grandes avances socioculturales de las últimas décadas, las injusticias sociales siguen presentes y se manifiestan de numerosas formas en nuestro día a día. Muchas de ellas, de una manera radicalmente diferente a la que percibimos en nuestro entorno. Es necesario señalar que la injusticia social no es una cuestión que deba ser normalizada o que sea imposible de evitar. Es el resultado de decisiones políticas y de prácticas y estructuras sociales que abren una brecha de desigualdad y promueve la exclusión. La buena noticia es que no son inamovibles: la apertura de mente, la emoción y la empatía nos ayudan a conocer otras realidades, analizarlas y, sobre todo, a ser conscientes de ellas, el primer paso hacia un cambio real.
Preguntas frecuentes
¿Cómo se puede evitar la romantización de una injusticia social?
Una de las principales vías para combatir esta tendencia es contrastar muy bien la información que recibimos y analizar al emisario de la misma. ¿Habla esta persona de una realidad que le es propia, o ajena? Es fundamental escuchar voces y perspectivas que hablen desde la experiencia y alejarse de aquellos que idealizan situaciones que estigmatizan a otros y que ocupan un espacio que no corresponde.
¿Cómo ayudar a luchar contra las injusticias sociales en mi entorno?
No hace falta viajar miles de kilómetros para detectar la injusticia social: a nuestro alrededor hay, desgraciadamente, muchas personas menos privilegiadas que nosotros. Existen varias vías para ayudarlas, como proporcionar información a otros sobre esta injusticia que conocemos, facilitarles espacios para expresarse y dar a conocer su realidad, trabajar con actores sociales involucrados en acciones de ayuda como ONGs o llevar a cabo campañas de concienciación entre tus amigos y conocidos para promover la empatía en personas de diferentes experiencias.
¿Qué papel juegan las redes sociales en la romantización de las injusticias sociales?
Estos canales de comunicación se abarrotan a diario con nueva información, vídeos e imágenes colgadas por usuarios de todo el mundo, y en los últimos años se observa una tendencia que mucha gente ha comenzado a señalar como problemática en redes sociales: el “síndrome del salvador blanco”. Esto se corresponde con personas blancas que viajan como voluntarios a países subdesarrollados en los que se trata a comunidades marginadas como destinos turísticos bajo una mirada condescendiente y paternalista.