Gracias a sus bajos requerimientos de espacio y recursos, las granjas verticales se plantean como parte de la solución para alimentar a un mundo en constante crecimiento
Las granjas verticales son una alternativa a la agricultura tradicional, que es una gran devoradora de recursos. En concreto, se estima que la producción de alimentos emplea el 70% de los recursos de agua a escala mundial y el 48% de los recursos de la tierra. Por no hablar de la contaminación de suelos, acuíferos, ríos, mares y océanos como consecuencia de algunas malas prácticas agrarias, como un uso excesivo y descontrolado de productos fitosanitarios.
El modelo agrícola actual es incapaz de satisfacer el hambre de un mundo en constante crecimiento. Dentro de tres décadas habrá que alimentar a unas 10.000 millones de bocas más. Especialmente, en un contexto de cambio climático, en el que el aumento de las temperaturas tiene como consecuencia una menor disponibilidad de agua y un aumento de las necesidades hídricas de los cultivos.
La agricultura mundial tiene ante sí un reto gigantesco y de compleja solución. Es necesario cultivar más con menos, sin seguir contaminando el suelo y el agua ni perjudicando a la biodiversidad. Ante tamaño desafío de la humanidad, no hay soluciones únicas, aunque hay tendencias que llaman más la atención que otras, es el caso de lo que se conoce como “granjas verticales”, que llevan la agricultura a los entornos urbanos.
Cultivar en vertical
En la agricultura vertical las plantas se cultivan sin tierra, mediante la hidroponía, una técnica de producción agrícola que la humanidad lleva siglos practicando. Debe su nombre a la disposición vertical de las plantas, que es su principal ventaja porque, de este modo, se reducen significativamente los requerimientos de espacio. Se puede dar tanto en espacios interiores como en exteriores, aunque en interiores es necesario contar con un aporte de luz.
A las instalaciones para autoconsumo se las conoce como huertos, mientras que las de producción a mayor escala son consideradas granjas verticales. Estas últimas suelen ubicarse en viejos almacenes o sótanos, para aprovechar estos grandes espacios urbanos en desuso.
El padre del concepto de granja vertical es Dickson Despommier, investigador de la Columbia University de Nueva York. Este profesor universitario de ciencias medioambientales y microbiología desarrolló este sistema en el año 1999 para posibilitar la producción de alimentos en edificios de varios pisos.
Algunos ejemplos de granjas verticales
Varias urbes del primer mundo se han puesto manos a la obra para empezar a cultivar sus propias hortalizas. Es el caso de Copenhague. En las afueras de la capital danesa, en un edificio de casi 7.000 metros cuadrados, se está construyendo una granja vertical con capacidad para producir mil toneladas de verduras al año. La instalación funcionará con energía eólica.
Singapur también está apostando fuerte por este tipo de agricultura. La ciudad-estado se ha propuesto producir el 30% de su comida para el año 2030. En la actualidad, importa el 90% de los alimentos por lo que las granjas verticales serán cruciales para conseguir dicho objetivo.
En San Francisco (Estados Unidos), la compañía Plenty gestiona una granja vertical que está produciendo, en tan sólo 0,8 hectáreas, la misma cantidad de alimento para la que la agricultura tradicional necesitaría 291 hectáreas.
Para demostrar que este tipo de instalaciones pueden ubicarse en cualquier lugar, el hermano de Elon Musk (Tesla), Kimbal Musk, ha comenzado a cultivar alimentos en pleno distrito de Brooklyn. También están apostando por esta nueva agricultura emprendedores como el director ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos, o el consejero delegado de Alphabet (Google), Sundar Pichai. Es, de hecho, un nuevo negocio de moda para los mercados y la inversión.
Sin excusas
Con la agricultura vertical, cualquiera puede convertirse en productor de alimentos. Los problemas de espacio o el no tener una terraza o balcón ya no son una excusa. Incluso hay una start-up en España, llamada Groots, que comercializa huertos inteligentes especialmente pensados para interiores de hogares. Otro tema es que sea o no la agricultura del futuro. Lo que está claro, es que es parte de la solución y que no hace daño alguno intentar producir, aunque sea, un par de lechugas en casa.