Educación para la salud, una asignatura pendiente

Una educación para la salud nos permitirá entenderla desde un punto de vista integral (físico, mental, emocional y espiritual). ¡Firma nuestro manifiesto!

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¿Por qué es necesario reforzar la educación para la salud? Si entendemos la salud desde un punto de vista integral (físico, mental, emocional y espiritual) posiblemente estaremos delante de los pilares más importantes que conforman nuestro bienestar como individuos. Pero para poder abonar cada uno de estos segmentos hace falta ser conscientes de ello y entender la salud como un concepto mucho más amplio que la simple ausencia de enfermedades.

La salud es algo que nos acompaña durante toda la vida, por ello, si queremos entenderla de esta forma holística, tenemos que empezar a cuidarla desde la infancia. El aprendizaje de hábitos saludables y de prevención tiene que estar presente en todos los ámbitos en que niños, adolescentes y jóvenes se desenvuelven: familia, centros educativos, relaciones interpersonales y las actividades de ocio.

Aunque si lo ideal es empezar desde la infancia, hay un ámbito de actuación primordial: la escuela. El currículum educativo ofrece muchas iniciativas a lo largo de toda la escolarización obligatoria que contribuyen a la sensibilización y la promoción de hábitos saludables dentro y fuera de la escuela. Para que sean aún más eficaces deben programarse con el máximo rigor posible, mantenerse en todos los cursos escolares con horario suficiente y materiales adecuados y, sobre todo, evaluar su impacto.

¿Qué podemos hacer para promover la educación para la salud?

Desde DKV, Danone y la Fundación Trilema hemos promovido una recogida de firmas a través de Change.org para que las diferentes comunidades autónomas incluyan la asignatura de educación para la salud en sus planes educativos. Nuestra experiencia del COVID19 nos ha hecho más conscientes si cabe de la importancia de apostar por una verdadera Educación para Salud Integral de calidad que nos prepare para los desafíos que estamos ya teniendo que afrontar en nuestras sociedades, en la que cada vez más se evidencia que el concepto de salud debe ser también colectivo- promover la salud de todos- y no focalizarse solamente en la salud de uno mismo.

¿Cómo entendemos la salud integral?

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La evolución del concepto de salud

“La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Así es como la OMS define la salud, remarcando explícitamente que la salud no es solo la ausencia de enfermedades. Pero ¿por qué lo hace? ¿Por qué tiene la necesidad de, en su definición, remarcar aquello que no define únicamente a la salud? Porque desde tiempos inmemoriales nuestras sociedades han contrapuesto estos dos conceptos: “Si alguien busca la salud, pregúntale si está dispuesto a evitar en el futuro las causas de la enfermedad; en caso contrario, abstente de ayudarle”, Sócrates (470 aC-399 aC) Filósofo griego. Aunque este vínculo no solo es cosa de eruditos del pasado, sino que ha tenido un fuerte arraigo a lo largo del tiempo, también por la religión: “en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad…”. De hecho, cualquier página de antónimos que podamos encontrar en internet, avalará este nexo que, como sociedad, hemos creado entre la salud y la enfermedad. Por ello, ahora más que nunca es hora de promover una educación para la salud integral que ayude a cambiar el concepto de salud desde edades tempranas.

Manifiesto conjunto en pro de una educación para la salud integral

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Según la OMS, la salud es mucho más que la ausencia de enfermedad. Implica el cuidado de todas las dimensiones del cuerpo, el equilibrio psicológico, la autorregulación emocional y el bienestar espiritual. Por lo tanto, promover la SALUD de forma activa, supone (quitar coma entre sujeto y predicado) invertir en la felicidad de las personas y comunidades. Esa apuesta debe comenzar desde las edades más tempranas y requiere el compromiso de todos. Sabemos que toda la inversión en recursos e iniciativas que podamos hacer para que la prevención sea parte de nuestra cultura, revertirá en una mejora de la calidad de vida, no solo de todos nosotros, sino también de las futuras generaciones. Sabemos que toda la inversión en recursos e iniciativas que podamos hacer para que la prevención sea parte de nuestra cultura revertirá en una mejora de la calidad de vida, también para las futuras generaciones. Por eso queremos poner de manifiesto las prioridades que deben estar presentes, no solo en las políticas sociales y educativas, sino también en todas nuestras decisiones individuales. Por eso, queremos poner de manifiesto las prioridades que deben estar presentes tanto en las políticas sociales y educativas como en todas nuestras decisiones individuales:

  • LA SALUD ES UN TODO

Entendemos la SALUD de forma holística. El desarrollo y el aprendizaje del autocuidado de todas nuestras dimensiones personales, de forma proactiva y equilibrada. También, cuidando de otros y del planeta que habitamos.

  • APRENDIZAJE CONTINUO

El aprendizaje de los hábitos de vida saludable debe comenzar desde infancia y no abandonarse, manteniendo una conciencia clara de los riesgos y los beneficios que supone en cada periodo vital.

  • ACTUAR COMO SOCIEDAD

El aprendizaje de hábitos saludables se produce en todos los ámbitos en los que niños, adolescentes y jóvenes se desenvuelven: la familia, los centros educativos, las relaciones interpersonales y las actividades de ocio. Por eso, una intervención eficaz debe aspirar a implicar a todos ellos implicarlos en objetivos comunes, fomentando la colaboración en iniciativas concretas.

  • PREVENIR ES VIVIR

La cultura de la prevención de enfermedades o desequilibrios no puede improvisarse cuando los riesgos son inminentes, sino que debe ser parte inherente de nuestra vida cotidiana. La inversión en procesos de concienciación y programas de promoción activa de hábitos saludables produce un impacto real de mejora de la salud en la vida adulta.

  • LA ESCUELA ES LA CLAVE

En la Educación para la Salud la escuela tiene un papel primordial. Debe generar los espacios, tiempos y oportunidades curriculares para desarrollar programas relacionados con el ejercicio físico, el cuidado e higiene del cuerpo, la salud sexual, la alimentación e hidratación adecuada, la autorregulación emocional y la relación sostenible con el entorno.

  • CONTENIDOS EDUCATIVOS DE CALIDAD

El currículum educativo ofrece muchas iniciativas a lo largo de toda la escolarización obligatoria que contribuyen a la sensibilización y la promoción de hábitos saludables. Para que sean eficaces, deben programarse con rigor, mantenerse en todos los cursos escolares con un horario suficiente y los materiales adecuados. Además, se debe evaluar su impacto, no sólo en la adquisición de conocimientos teóricos, sino también en los cambios en los comportamientos y las actitudes relacionadas con todos los aspectos de la salud.

  • SEGUIR EDUCANDO FUERA DEL AULA

A lo largo de la jornada escolar, los tiempos de recreo, almuerzos, actividades extracurriculares o el comedor, donde existe, son también verdaderos tiempos privilegiados para educar los hábitos de vida saludable: la alimentación, la hidratación y el ejercicio físico. Además de incluir la salud emocional y de los hábitos de interacción social positivos. Por ello, es imprescindible cuidar y regular la formación de los monitores, educadores de tiempo libre y todos aquellos cuidadores que están involucrados en su organización y cuidado.

  • TODOS SOMOS RESPONSABLES

La Educación para una Salud Integral nos beneficia a todos. Por ello, es responsabilidad de todos implicarnos: hogares, escuelas, medios de comunicación, políticas públicas y empresas. Desde la colaboración y la proactividad, podemos mejorar la calidad de vida y el bienestar de todos nosotros ahora y en el futuro.

Nuestra experiencia del COVID19 nos ha hecho más conscientes, si cabe, de la importancia de apostar por una verdadera educación para la salud Integral de calidad que nos prepare para los desafíos que estamos ya teniendo que afrontar en nuestras sociedades. Por ello, nos unimos al Movimiento Alimentando el Cambio, una alianza estratégica para promover la salud y los estilos de vida saludables de niños y niñas. Un movimiento que cree en el poder de cambio de la educación y en su capacidad para crear hábitos de alimentación sanos y sostenibles como un elemento importante de una vida saludable, plena y feliz. En ese marco, apoyamos el programa ‘Fluye, Happy & Healthy Kids’ que encarna para las aulas de educación obligatoria, de forma eficaz y motivadora, los principios que hemos recogido en este manifiesto. Puedes firmar el manifiesto aquí.

 

DKV