Amianto en casa, un enemigo invisible pero letal

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De sospechar que se puede tener amianto en casa es importante no tocarlo ni manipularlo y contactar a una compañía especializada para su retirada segura

amianto en casa
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Desde diciembre de 2002, la utilización y comercialización del amianto está prohibida en España por las graves amenazas que este mineral supone para la salud humana. Sin embargo, y a pesar del compromiso con la Unión Europea de que sea totalmente eliminado en el año 2032 como fecha límite, seguimos viviendo rodeados de él. Y es muy posible que tengamos amiento en casa, aunque no seamos conscientes de ello. 

Durante el siglo pasado, el amianto (o asbesto) fue ampliamente utilizado en construcción, industria y muchos productos de consumo por su bajo coste y excepcionales propiedades: resistencia mecánica a altas temperaturas, resistencia al fuego, buena calidad aislante, durabilidad, flexibilidad, indestructibilidad, resistencia al ataque de ácidos y bacterias y facilidad de trabajarse como si fuera un tejido. El amianto en casa puede tener varios usos: tejados, tuberías de abastecimiento de agua, estructuras de edificaciones y un largo etcétera de aplicaciones como, por ejemplo, jardineras.

Se calcula que 2,4 millones de toneladas de amianto se destinaron a la industria del fibrocemento y la construcción en España, según datos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Numerosos edificios e infraestructuras siguen conteniéndolo: solo en la ciudad de Barcelona se estima que hay más de 6.000 edificios y garajes que contienen este material, incluidos viviendas y colegios.

Es un enemigo invisible, pero muy real y, sobre todo, letal. Llega a nuestros pulmones con la respiración y en forma de fibras sueltas de amianto, que se liberan cuando se rompe, se tritura o con la erosión del paso del tiempo. Estas fibras pueden causar varias enfermedades graves, como el cáncer de pulmón y el mesotelioma maligno (cáncer que se encuentra en el revestimiento de los pulmones, el tórax o el abdomen). Cada año mueren unas 88.000 personas en Europa por culpa del amianto, según datos de SEPAR. En España, se estima que podría haber 130.000 fallecimientos a causa de la exposición al amianto, antes del 2050, el 40% aún por acontecer.

El 65% de la vida útil del amianto (de 30 a 35 años) que sigue instalado en la geografía española ha finalizado, lo que implica que las fibras que se desprenden de este son más dañinas y letales. Es, además, un enemigo a largo plazo: el tiempo de latencia entre la exposición y aparición de enfermedades asociadas a este mineral es de 20 a 40 años. Hoy en día, se diagnostican enfermedades por amianto en personas que estuvieron expuestas a este material cuando aún se podía fabricar y utilizar (antes del 2002). 

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Más de 40 sociedades médicas y asociaciones de personas afectadas llevan años reclamando al Gobierno el desarrollo de una Ley Integral del Amianto “para poder hacer frente a lo que constituye otra amenaza global para la salud humana: la pandemia de amianto”. Dicha normativa debería servir para elaborar un registro de los edificios que contienen amianto para proceder a su retirada de forma segura. 

Por el momento, la futura nueva ley de residuos y suelos contaminados, que se encuentra en tramitación parlamentaria, obligará a los ayuntamientos a retirar el amianto de mayor riesgo antes del año 2028. Además, en el plazo de un año desde la entrada en vigor de la norma, tendrán que elaborar un censo de los emplazamientos y las infraestructuras que cuenten con este material cancerígeno y un calendario que planifique su retirada.

Qué hacer si tienes amianto en casa

Si estás haciendo reformas en casa es probable que te encuentres con algún elemento fabricado con amianto. La primera recomendación es no tocarlo ni manipularlo porque estas acciones pueden provocar que se desprendan fibras al ambiente. Cualquier acción de mantenimiento, limpieza, reparación, retirada o sustitución tiene que ser llevada a cabo por una empresa especializada.

Los operarios que se dedican a retirar amianto van protegidos con una vestimenta especial y cuentan con equipos también especiales para evitar que las partículas se dispersen en el aire. Del mismo modo, almacenan el amianto en casa retirado en bolsas de seguridad herméticas, que son llevadas y depositadas a vertederos autorizados.

Existen diferentes líneas de ayudas para la retirada de residuos de materiales de aislamiento y de construcción que contienen amianto, en función del ayuntamiento o comunidad autónoma a la que se pertenezca. La finalidad de estas subvenciones es promover y fomentar su retirada y procurar que esta se efectúe con las óptimas condiciones.

¿Y si me encuentro con residuos con amianto en la vía pública? En este caso, la recomendación es comunicarlo inmediatamente al ayuntamiento correspondiente, indicando su situación exacta y las características de los residuos abandonados. El consistorio, una vez sea conocedor y efectúe la inspección del lugar donde se ha producido el vertido incontrolado, deberá poner en marcha las investigaciones y procedimientos de denuncia así como los trámites necesarios para llevar a cabo su retirada.

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Infografía: amianto en casa

Utilizar el amianto para combatir el cambio climático

Un artículo publicado en la revista MIT Technology Review indica que el amianto podría tratarse para acelerar el ciclo natural del carbono y atraparlo permanentemente en forma de rocas. Según se indica en el texto, algunos investigadores están buscando un lugar con residuos de amianto para realizar una prueba de campo y evaluar las formas de acelerar la absorción de carbono. Sin embargo, si bien es cierto que el amianto podría capturar dióxido de carbono (CO2), aún se están estudiando los procesos para hacerlo posible y podría ser peligroso utilizarlo con ese fin.

Mientras estos científicos hacen sus investigaciones, cabe recordar que la manipulación indebida o abandono de materiales que contengan amianto en lugares públicos pueden constituir un delito medio ambiental o contra la salud pública. El amianto en casa puede ser muy dañino, con consecuencias fatales. Las asociaciones de víctimas de personas afectadas incluso lo consideran “un auténtico genocidio laboral y social”, pensando especialmente en los trabajadores que durante años estuvieron en contacto con este material sin protección alguna. 

Su erradicación es un reto de país que requiere de la implicación de administraciones públicas, instituciones y sectores socioeconómicos, así como de la ciudadanía. Es por el bien de la salud de todos.

Por Lorena Farràs