La visibilización de las personas con discapacidad y dar a conocer las barreras a las que se enfrentan son elementos fundamentales para garantizar y proteger sus derechos
3 de diciembre, Día de las Personas con Discapacidad
El Día de las Personas con Discapacidad fue declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 1992, una efeméride que se puso en marcha como uno de los resultados del trabajo realizado durante el Decenio de las Naciones Unidas para los Impedidos, que concluía entonces. Se celebra cada 3 de diciembre desde entonces, y uno de sus objetivos principales son la promoción de los derechos y la garantía de bienestar de cualquier persona con discapacidad en todos los ámbitos sociales, además de visibilizar su situación en los diferentes niveles de la vida política, económica y cultural. De igual forma, el 3 de diciembre también es una fecha de reivindicación y concienciación que busca acercar la realidad de las personas con discapacidad al resto de la sociedad.
De acuerdo con la ONU, “la inclusión de la discapacidad es condición esencial para el respeto a los derechos humanos, el desarrollo sostenible, la paz y la seguridad y es una cuestión clave para cumplir con la promesa de no dejar a nadie atrás" de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: respetar los derechos de las personas con discapacidad no es solo una cuestión de justicia, sino una inversión en nuestro futuro común”.
La apuesta por políticas que ofrezcan protección a las personas con discapacidad por parte de instituciones y actores políticos es fundamental para promover la integración de este colectivo en las diferentes sociedades.
La protección de los derechos de las personas con discapacidad
Tener referentes que representen a todos los sectores de la población tiene una incidencia esencial para ayudar a la cohesión social y la integración de todas las personas que componen una sociedad. Esta cuestión es uno de los motivos principales de la conmemoración del Día de las Personas con Discapacidad: fomentar la visibilidad y la inclusión.
Si tomamos en consideración que, según el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi), en España hay más de cuatro millones de personas con discapacidad, estamos hablando de que en torno a un 10% de la población total de nuestro país pertenece a este colectivo. A escala internacional, esta cifra llega a superar el 15% de la población mundial. Sin embargo, sigue siendo necesaria la conmemoración de días como el Día de las Personas con Discapacidad para reivindicar la garantía de sus derechos, puesto que este colectivo es susceptible de sufrir numerosas discriminaciones y violencias.
“Capacitismo”, una lacra social
Estamos muy acostumbrados a escuchar a diario en los medios, en las instituciones y en las conversaciones del ciudadano de a pie términos que se refieren a numerosos tipos de discriminaciones y que nos suenan muy familiares: machismo, racismo, homofobia, etc. Por el contrario, el capacitismo se presenta como un conjunto de microviolencias que pasan bastante más desapercibidas, por lo que raramente hemos oído hablar de ella ¿Conocías este término?
Bajo la etiqueta de capacitismo se conforma el discurso discriminatorio que no reconoce la diversidad de capacidades, sino que estigmatiza a las personas que tienen alguna discapacidad física o mental. El capacitismo reviste de prejuicios a este colectivo abriendo una brecha social basada en estereotipos y desconocimiento. Las barreras que esta forma de discriminación ponen en el camino de las personas con discapacidad se manifiestan de manera tanto ideológica como física. De esta forma, estas personas quedan reducidas a sus capacidades (o ausencia de ellas) estrictamente biológicas anulando su individualidad como seres sociales. Por esta razón, el capacitismo analiza cualquier comportamiento de este colectivo como una consecuencia de la discapacidad que tiene. En la dimensión ideológica, tiene especial incidencia en cómo percibimos a las personas con discapacidad. Hablar de ellas como “héroes”, “luchadores”, “ángeles”, etc. las coloca en una posición injusta creando expectativas distorsionadas sobre cómo se tienen que comportar o cómo se tienen que sentir. En cuanto a la física, el capacitismo se manifiesta principalmente mediante las barreras arquitectónicas. Por ejemplo: no contar con ascensores o rampas para las sillas de ruedas o no instalar alarmas para personas con discapacidad visual en los semáforos.
Cómo apoyar a las personas con discapacidad
La herramienta fundamental para acercarnos a realidades diferentes de la nuestra es sin duda la comunicación. Un ejemplo muy claro lo encontramos en el lenguaje: se han abierto numerosos debates en medios y redes sociales sobre cuáles son las maneras más apropiadas para referirnos al colectivo de personas con discapacidad. ¿Es correcto decir impedido, minusválido, retrasado…? ¿Es más adecuado dejar a un lado la discapacidad y proporcionar un trato igual que al resto de personas?
De lo que podemos estar seguros es de que no hay ninguna respuesta correcta que no sea abrirnos a comunicarnos con los demás para aprender lo que más los representa y cómo quieren ser tratados. ¿Tienes dudas de cómo referirte a una persona con discapacidad para no “meter la pata”? Muy fácil: ¡pregúntale!
Una clara señal de respeto es mostrar interés por la realidad de la persona que tenemos enfrente. Para evitar pequeños malentendidos por ideas que muchas veces hemos asumido inconscientemente y que pueden resultar capacitistas, aquí te ofrecemos algunos consejos:
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No asumir que una persona con discapacidad es “buena”, “sin maldad”, “un ángel”. Todos los seres humanos experimentamos emociones muy complejas que hacen que tengamos muchos matices de diferencia con otros individuos, ¡también una persona tetrapléjica o sorda!
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Evitar “infantilizarlos”, es decir, no dirigirse a ellos como si fueran niños ni “censurar” situaciones como discusiones, expresión de deseo, relaciones sentimentales, etc.
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Usar un tono de voz normal es un indicador de respeto. Interactuar con voces impostadas o con bastante lentitud puede resultar violento y condescendiente para las otras personas
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Hablar directamente a la persona. Para esta recomendación tenemos en mente a aquellas personas con discapacidad que van circunstancialmente con algún acompañante. Evitar a esta persona y hablar con ella a través de su acompañante no es la mejor manera de comunicarse.
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Ser políticamente sobrecorrecto también puede crear situaciones extrañas. Dar rodeos lingüísticos, usar eufemismos o metáforas es una manera de invisibilizar la discapacidad y resulta confuso. ¿Por qué usar una explicación innecesaria como “persona con recepción desigual de los estímulos visuales” si podemos decir “persona ciega”? Llamar a las cosas por su nombre ayuda a concienciar sobre ellas, y si no sabemos cuál es la mejor manera de referirse a ellas, siempre es una buena ocasión para preguntar y aprender.